Los irlandeses estaban llamados ayer a la urna para decidir si respaldaban o rechazaban el Tratado de Lisboa. Se trata del único país de los Veintisiete que recurre a un plebiscito para confirmar su rúbrica, pero el triunfo del 'no' podría suponer un duro golpe para las intenciones comunitarias de reforzar su política y efectividad.
Los resultados definitivos se conocerán hoy, pero el índice de participación podría haber dado un anticipo, ya que a media tarde tan sólo habían acudido a votar alrededor del 20% de los ciudadanos en la mayoría de las circunscripciones.
Observadores
Irlanda votaba, pero veintiséis países observaban. Los principales partidos políticos de Dublín pidieron el 'sí' por activa y por pasiva, pero los sondeos no daban demasiados argumentos al optimismo. Una encuesta difundida el fin de semana pasado auguraba un resultado ajustado, pero ligeramente superior para el voto positivo.
El ministro de Economía, Brian Lenihan, lamentó que el «abrigo» que supone el Tratado de Lisboa para la UE «es muy difícil que vuelva a tejerse de nuevo» tal y como está actualmente concebido si gana el 'no', ya que Bruselas no cuenta con un plan alternativo. «Nos enfrentamos a retos económicos y Europa provee un marco de estabilidad para la inversión en Irlanda», agregó.
Lo cierto es que este tipo de mensajes no han calado en exceso entre la población, de la que depende la aprobación del Tratado. A media tarde, la participación rondaba el 20% en gran parte de las 43 circunscripciones, si bien hasta las 10.00 horas todo estaba por decidir. Uno de los ciudadanos que acudieron a ejercer su derecho de sufragio, de 45 años, anticipó un resultado «muy estrecho», si bien apostó por la unidad en la UE como forma de crear «un contrapeso en asuntos internacionales». Hoy por la mañana comenzará el recuento.
Irlanda es el único país de los Veintisiete que decide en referéndum si ratifica o no el Tratado de Lisboa, por lo que supone una prueba de fuego para toda la UE. Un país que representa el 1% de la población total podría significar un nuevo fracaso, pese a que la mayoría de partidos, asociaciones y empresas han pedido el 'sí'. El Sinn Fein, uno de los pocos detractores, argumentan que Bruselas pone en peligro los derechos democráticos del país y la tradicional neutralidad militar.
El primer ministro irlandés, Brian Cowen, rehusó comentar directamente las posibles consecuencias del resultado, pero manifestó su confianza, en declaraciones a 'The Irish Times'. «Los ciudadanos deberían tomárselo seriamente y con esperanza», explicó.
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