La Unión Africana se reunió ayer en una cumbre con la crisis electoral de Zimbabue, acrecentada tras la proclamación de Robert Mugabe de nuevo como presidente sobre la mesa. El autoproclamado vencedor de los comicios del viernes, a los que sólo él se presentaba, acudió a este encuentro, en el que el primer ministro keniano, Raila Odinga, urgió a la organización a vetarle hasta que permita elecciones «libres y justas».
No sólo Africa se encuentra pendiente de los próximos pasos que se adopten en Zimbabue, ya que desde Bruselas el comisario de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, reiteró que «no es posible reconocer la legitimidad» de los resultados, puestos también en duda por los observadores.
Los líderes africanos llegaron ayer a Egipto para participar en la cumbre de la UA. En ella, el primer ministro de Kenia no se anduvo con rodeos y pidió a la organización que vete al sempiterno presidente zimbabuense hasta que facilite la celebración de elecciones «libres y justas», después de que la segunda vuelta de las presidenciales celebrada el pasado viernes ni siquiera haya contado con presencia de la oposición, retirada como protesta pese a haber ganado la primera cita. Odinga recalcó en declaraciones a los medios que la UA «no debería aceptar o recibir a Mugabe», sino que debería ser «suspendido». De hecho, el jefe del Ejecutivo keniano ya había urgido durante el fin de semana a enviar tropas a Zimbabue para paliar la actual crisis.
En este sentido, el presidente de la Comisión de la UA, Jean Ping, afirmó que «Àfrica debe asumir plenamente sus responsabilidades y hacer todo lo posible para ayudar a las partes enfrentadas en Zimbabue a trabajar juntas con el objetivo de solucionar los problemas del país». Numerosas voces han visto en el diálogo una posible salida a la polémica, como el ministro de Asuntos Exteriores sudafricano, Nkosazana Slamini, que en un comunicado recomendó al gubernamental ZANU-PF y al opositor MDC a iniciar negociaciones de cara a la formación de un Gobierno de transición.
La subsecretaria general de la ONU, Asha-Rose Migiro, declaró que la crisis electoral zimbabuense supone «el momento de la verdad» para los dirigentes reunidos en el balneario egipcio de Sarm El Sheij. No en vano, Naciones Unidas había pedido un aplazamiento hasta que se esclareciesen las circunstancias en que se debían celebrar.
Sin embargo, Mugabe se agarró a la Ley para defender el mantenimiento de la cita, que parece haber contentado sólo al beneficiado. La misión de observadores de la UA se sumó ayer a las reticencias para indicar en una nota que «el proceso electoral no se ajustó a las normas».
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