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OTR/PRESS-BAGDAD Al menos 62 personas murieron y más de 250 resultaron heridas ayer en una cadena de atentados en Irak, en las ciudades de Bagdad y Kirkuk, convirtiendo la jornada en una de las más sangrientas de los últimos meses y acabando de golpe con el optimismo de algunos sobre la evolución de la violencia en el país. En la capital iraquí, tres mujeres bomba mataron al menos a 25 individuos, e hirieron a otros 92, al inmolarse entre una multitud de peregrinos chiiés en el distrito de Karrada. Mientras tanto, al norte, en la ciudad petrolífera de Kirkuk, otro suicida activó una bomba acabando con la vida de otras 38 personas que asistían a una manfiestación, e hirió a otras 178, según declaró la Policía iraquí.

Los al menos 62 muertos y los más de 250 heridos suponen una de las jornadas más sangrientas en los últimos meses en Irak, un duro revés para Estados Unidos y el propio gobierno iraquí, que vieron saltar en pedazos su visión de creciente control de la situación, que se apoyaba en que la seguridad del país estaba mejorando, alcanzando niveles incluso anteriores a la guerra, y que permitiría una aceleración en la retirada de tropas estadounidenses. En Kirkuk, una ciudad rica en petróleo del norte del país, durante una multitudinaria manifestación en la que miles de kurdos protestaban por una nueva Ley sobre elecciones provinciales, un atentado suicida acabó con la vida de 38 personas, hiriendo al menos a otras 178.

En los últimos tiempos, Al Qaeda incrementó el uso de mujeres para cometer atentados, pues las medidas de seguridad que se les aplican son mucho menores que las de los hombres, por lo que es mucho más fácil introducir las bombas en la ciudad.