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AGENCIAS-WASHINGTON El presidente de la Reserva Federal de Estados unidos, Ben S. Bernanke, y el secretario del Tesoro, Henry Paulson, hicieron ayer frente común para instar a los congresistas estadounidenses a dar luz verde al denominado 'plan rescate'. La iniciativa, consistente en asumir activos 'tóxicos' y defendida a capa y espada por el presidente, George W. Bush, costará 700.000 millones de dólares, pero Bernanke advirtió de que si no se aprueba inmediatamente se producirán «serias consecuencias para los mercados financieros» de costes inestimables.

«Se requiere urgentemente una acción del Congreso para estabilizar la situación y evitar lo que podrían ser consecuencias muy serias para nuestros mercados financieros y nuestra economía». Con estas palabras, esgrimidas por Bernanke durante su intervención en el Comité de Banca del Senado, se unió a Paulson para reclamar un 'sí' rápido a la hoja de ruta de la Administración, en una época
«Debemos mirar a largo plazo», afirmó Paulson, partidario de llevar a cabo «acciones profundas» y cortar cuanto antes con la «confusión» reinante en los mercados de todo el mundo. Sin embargo, estos argumentos no terminan de convencer a todos, especialmente los demócratas, color mayoritario entre los congresistas, aunque también se oyó alguna discrepancia en el bando republicano. Precisamente el miembro de este partido de mayor rango, Richard Shelby, lamentó el proceso por considerarlo «increíblemente acelerado», mientras el presidente de la Comisión de Bancos del Senado, Christopher Dodd, puso sobre la mesa una lista de exigencias. Paulson aceptó que haya algún tipo de supervisión del uso del dinero, algo que habían exigido los demócratas y que no estaba incluido en el plan original.

No obstante, el presidente Bush se mostró confiado en que habrá una aprobación rápida.