El presidente francés, Nicolas Sarkozy, posa junto a los jefes de Estado o de Gobierno de los países de la zona euro, ayer, en el Palacio del Elíseo, en París. Foto: LUCAS DOLEGA/EFE

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OTR/PRESS-PARÍS

No hubo sorpresas y el Eurogrupo aprobó ayer un plan de acción contra la crisis a imagen del británico, tal y como pretendían la canciller alemana, Angela Merkel, y el presidente francés, Nicolas Sarkozy. Los jefes de Estado o de Gobierno de los países de la Eurozona aprobaron capitalizar los bancos comunitarios en dificultades con fondos públicos y garantizar los préstamos interbancarios para reactivar este mercado, que en la actualidad se encuentra paralizado por la desconfianza entre las entidades.

«Estábamos decididos a mantener a la banca porque su caída haría perder la solidez del sistema», celebró Sarkozy tras la cumbre.

El presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, también mostró su «satisfacción» porque todos los países de la UE vayan a caminar «en una misma dirección» con esta «acción coordinada, unánime y fuerte».

El plan aprobado sigue el modelo diseñado por el primer ministro británico, Gordon Brown, pero a diferencia de éste, consistente en 550.000 millones de euros, en las conclusiones no se recoge ninguna cifra de cuánto costará esta intervención. Cada Estado actuará por su cuenta pero de manera coordinada con el resto de la UE. Según explicó en rueda de prensa el líder del Ejecutivo galo y también presidente de turno de la UE, varios países, entre ellos Francia, Italia «y otros países miembros», pondrán en marcha hoy mismo sus respectivas medidas nacionales.

Este enfoque coordinado pretende garantizar unas condiciones apropiadas de liquidez para los bancos, facilitar su financiación, que actualmente está paralizada, permitir una recapitalización eficaz de los bancos con problemas, y asegurar una aplicación flexible de las reglas de contabilidad para tener en cuenta las excepcionales circunstancias del mercado. Este plan de «medidas vigorosas» «trata en toda su dimensión la crisis financiera», explicó Sarkozy, y proporciona los medios para que «siga habiendo actividad económica». Los Quince se comprometieron a no dejar que quiebre ningún banco importante para el sistema financiero, recurriendo a las recapitalizaciones con fondos públicos si es necesario. Si un Gobierno decide inyectar dinero público en un banco deberá siempre salvaguardar los intereses de los contribuyentes y garantizar que los accionistas y los directivos asuman las consecuencias de la intervención.

Por lo que se refiere a la liquidez, celebraron la reciente decisión del Banco Central Europeo (BCE) y de otros bancos centrales de rebajar medio punto los tipos de interés hasta situarlo en el caso de la eurozona en el 3'75%.

En cuanto a la garantía de los préstamos interbancarios, los Quince aseguraron que «actuarán de forma concertada y coordinada para mejorar el funcionamiento del mercado». El objetivo de esta iniciativa debe ser «solucionar los fallos concretos en las condiciones de refinanciación actuales».

Para ello, los Gobiernos proporcionarán una garantía durante un periodo limitado y en condiciones comerciales sobre los préstamos interbancarios.

El vicepresidente segundo del Gobierno, Pedro Solbes, descartó ayer un plan de urgencia para los bancos españoles que contemple la compra, por parte del Gobierno, de acciones de las entidades financieras. Solbes consideró que en España no es necesaria ningún tipo de intervención directa porque las entidades financieras nacionales gozan de una buena solvencia. «España no necesita comprar bancos», subrayó.