El republicano John McCain y el demócrata Barack Obama.

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AGENCIAS-N.YORK/WASHINGTON

Más de 153 millones de personas están convocadas hoy a las urnas para elegir al nuevo presidente de Estados Unidos entre Barack Obama y John McCain, una cita con la historia en la que el demócrata parte como favorito en todas las encuestas, y en la que se espera una participación sin precedentes.

Atrás quedan 21 meses que comenzaron con unas reñidas primarias en el lado demócrata y que han llevado a los aspirantes a recorrer millones de kilómetros en busca del voto. Ahora son las urnas las que tienen que hablar.

En total se estima que unos 153,1 millones de estadounidenses se han registrado para votar en estos comicios, en torno al 73,5 por ciento de la población mayor de 18 años, diez millones más que en las últimas elecciones de 2004, según un informe del Centro para el Estudio del Electorado Americano.

Obama mantiene una cómoda ventaja frente a McCain en todas las encuestas de intención de voto popular, aunque sigue habiendo un importante número de indecisos, en torno al 8 por ciento, que hoy podrían dar sorpresas. Según la última media de todos los sondeos, que elabora el portal especializado Realclearpolitics.com, el candidato demócrata tiene una diferencia de 6,4 puntos. Según el último sondeo del Wall Street Journal y la televisión NBC, McCain ha reducido la ventaja que le lleva Obama a ocho puntos, frente a los diez puntos de hace una semana.

Las miradas de los candidatos y sus estrategas y las de los ciudadanos estarán puestas en los mapas electorales. El voto en este país no es directo y el presidente es elegido por el Colegio Electoral, formado por 538 delegados que representan a los 535 legisladores del Congreso bicameral y tres compromisarios del Distrito de Colombia, donde se encuentra la capital política del país, Washington DC.

La cifra mágica son 270 votos electorales y según el complejo sistema electoral estadounidense, el candidato que logra la mayoría del voto popular en un estado se adjudica la totalidad de los votos correspondientes a ese territorio, en lo que se conoce como «todo para el ganador», salvo en Maine y Nebraska, donde se reparten proporcionalmente.