La derrota de John McCain supuso hoy un duro golpe para el candidato, su partido y también para los cientos de seguidores que le acompañaron durante la noche electoral en Phoenix, que terminó entre lágrimas y rostros de desolación.
El candidato republicano a la Casa Blanca reconoció públicamente el triunfo de Barack Obama pasadas las 9 de la noche hora local (5 de la madrugada hora española) ante los numerosos simpatizantes que fueron invitados al evento que organizó su equipo de campaña en un lujoso hotel de Phoenix, en Arizona.
Las palabras de McCain cayeron como un jarro de agua fría entre los asistentes, si bien entraban dentro de lo previsto después de las numerosas encuestas que habían dado la victoria a Obama y de cómo se había desarrollado la velada electoral.
«El pueblo estadounidense ha hablado. He llamado al senador Obama para felicitarlo tras ser elegido como presidente de este país, que ambos amamos», afirmó el senador por Arizona ante los rostros desolados del público asistente.
«Es natural que hoy nos sintamos un poco defraudados, pero mañana debemos superarlo», dijo McCain a sus partidarios, que abuchearon cada vez que el senador de Arizona mencionó el nombre de Obama.
«El fallo fue mío, no de ustedes», recalcó el republicano ante las protestas de sus fieles.
«No sé lo que podríamos haber hecho para ganar esta elección», comentó resignado antes de reconocer que la campaña «era y será» el gran honor de su vida.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando el ya ex candidato agradeció el apoyo y el trabajo de la gobernadora de Alaska, Sarah Palin, que le acompañó en el escenario junto con las parejas de ambos.
Palin, visiblemente emocionada, se llevó una de las ovaciones más sonadas de la noche.
El republicano realizó un discurso conciliador en el que apeló a la unidad del país, alabó a Obama y llamó «buen amigo» a Joseph Biden, el candidato demócrata a la vicepresidencia.
«Espero que Dios inspire a mi antiguo oponente y mi futuro presidente», señaló McCain, quien aprovechó para destacar la trascendencia del éxito del senador por Illinois por ser el primer afroamericano en alcanzar la presidencia del país.
«(Representa) un gran avance para Estados Unidos» y es «una prueba» de la superación del «racismo» en la sociedad, manifestó.
La contundente victoria de Obama puso fin de forma anticipada a larga noche de sufrimiento que muchos vaticinaban en Arizona, y no faltaron las lágrimas tras el discurso de McCain.
«Estamos tristes, es un tiempo de decepción porque teníamos esperanzas reales de que John ganase este premio para nosotros», explicó a Efe Cara Harras, una votante republicana que acudió con su marido Rick a la denominada por la campaña de McCain «Noche de la Victoria 2008».
«Sí, esta noche es dolorosa», añadió su esposo, para quien el senador por Arizona «es un hombre honorable, que luchó por este país desde que tenía 17 años y lo ama como nosotros».
«Ahora con Obama, la presidencia será diferente de lo que habría sido con McCain», dijo apenado Rick Harras, mientras su mujer repitió el mensaje de unidad expuesto por el senador republicano.
«Creo que todo el mundo tendrá que trabajar unido, como siempre hemos hecho en América», insistió.
Alrededor de 3.000 personas entre medios de comunicación, equipo de McCain e invitados, asistieron a la velada electoral en el lujoso hotel Arizona Biltmore de Phoenix.
Una noche que comenzó con nervios y tensión, pero que se animó tras los primeros avances de resultados que daban a McCain ventaja en varios estados.
Los organizadores no dudaron en proyectar un marcador electrónico, del estilo al que se utiliza en los estadios deportivos, en el que ponían en cabeza a McCain sobre Obama al inicio del recuento.
Los bailes de indios navajos y apaches, un coro de niños y la actuación de Hank Williams Jr., una leyenda de la música country en Arizona sirvieron para mantener el ánimo de la audiencia cuando los votos empezaron a caer en el lado demócrata.
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