Barack Obama, el nuevo presidente electo de Estados Unidos, ha hecho historia al convertirse en el primer afroamericano en llegar a la Casa Blanca, un acontecimiento sin precedentes que cambiará para siempre la rumbo de su país, y quizá el del resto del mundo. Con un mensaje de unidad y esperanza, y su promesa de cambio como bandera, el senador ha pronunciado su primer discurso ante cientos de miles de personas en Chicago que ha sido retransmitido en directo a lo largo y ancho de Estados Unidos y que se ha debido escuchar en todos los rincones del planeta.
«Si hay alguien que todavía duda de que cualquier cosa es posible en Estados Unidos, si alguien todavía cree que no perviven los sueños de nuestros padre fundadores, si a estas alturas alguien cuestiona el poder de nuestra democracia, la respuesta la tiene en esta noche», comenzó Obama. «América ha enviado un mensaje al mundo, que somos y seremos siempre los Estados Unidos de América. Hemos tardado mucho en llegar, pero esta noche el cambio ha llegado a Estados Unidos».
El futuro presidente pasó lista a mucho de los retos que le esperan a partir de ahora, como las guerras en Irak y Afganistán, la grave crisis económica que atraviesa el país, la creación de puestos de trabajo y mejorar el sistema educativo. «Nos queda por delante un camino largo y difícil, pero como pueblo sé que lo conseguiremos», indicó Obama, que en varias ocasiones fue interrumpido por la gente al grito de «Yes we can» ("sí podemos").
No obstante, advirtió que en el camino habrá dificultades y que muchos no estarán de acuerdo con las decisiones que tome. «Pero siempre seré franco con vosotros, os pediré que os suméis al esfuerzo de construir esta nación», dijo el candidato. «Lo que empezó hace 21 meses hoy (martes) se hace realidad (*) invoquemos un nuevo espíritu de sacrifico, donde nos esforcemos por cuidarnos a nosotros mismos y a los demás», añadió.
Sus primeros agradecimientos fueron para McCain, de quien resaltó los sacrificios que ha hecho por su país, y la gobernadora Sarah Palin, con quienes dijo que deseaba ponerse a trabajar en los próximos meses. También mencionó a su compañero de fórmula, el ya vicepresidente electo, Joe Biden, y luego dio paso a sus familiares.
Al «amor de su vida», Michelle, sin la que no habría llegado donde ha llegado, a sus hijas, y muy especialmente a su abuela, que falleció el lunes sin poder ver a su nieto presidente.
Haciendo honor a sus raíces, dedicó una parte de su intervención a homenajear a todos aquellos que a lo largo de la historia de Estados Unidos han sido rechazados por el color de su piel, y a todas las mujeres que fueron discriminadas por su sexo, y para ello resaltó el ejemplo de Alison Cooper, una mujer de 106 años que este 4 de noviembre acudió a votar en Atlanta «para contribuir en el proceso de cambio del país».
Obama, que por momentos recordó al reverendo Martin Luther King, también apeló a una cita de Abraham Lincoln, «no somos enemigos, somos amigos», para decirles a todos aquellos que no han apostado por él ni le han votado en estos comicios que también será su presidente, por lo que espera contar con su apoyo, con el respaldo de todos los norteamericanos para poder hacer realidad el cambio histórico al que tanto ha apelado durante estos meses de contienda.
Y concluyó con un mensaje a los «enemigos» de Estados Unidos, del modelo que representa y de sus ideales de democracia y libertad. «A los que quieran destruir el mundo, os venceremos, y a los que busquen la paz y la concordia, estaremos a vuestro lado», indicó el presidente electo, en unas palabras que concuerdan con su mensaje durante toda la campaña y que hacen presagiar el fin de la era Bush y el inicio de una nueva etapa, de una nueva forma de entender el mundo.
Poco antes de que Obama apareciera en el Grant Park de Chicago, el senador McCain compareció ante las cámaras de televisión para asumir su derrota en las urnas y felicitar al presidente electo. «El pueblo americano ha hablado y ha hablado claro. Acabo de llamar al senador Obama para felicitarle después de haberse convertido en el presidente electo de Estados Unidos», afirmó McCain en un discurso ante sus simpatizantes en Phoenix.
PENSILVANIA Y OHIO
Las primeras proyecciones de las cadenas de televisión comenzaron minutos después del cierre de los centros de votación en la costa este del país, y todas coincidían en otorgar el estado de Vermont a Obama y Kentucky a McCain. Pero había que ser cautos porque en Florida e Indiana el republicano tenía una ligera ventaja y todo parecía indicar que la noche podía ser larga. Finalmente no lo fue, porque cinco horas después de esas primeras previsiones saltaba la noticia.
Fue a las once de la noche cuando las cadenas de televisión anunciaron al mundo que Obama había gando las elecciones. Poco antes le habían adjudicado dos estados claves, Pensilvania y Ohio, cuyos 41 votos en el Colegio Electoral suponían un paso de gigante en las aspiraciones del senador. Las pocas opciones que tenía McCain pasaban entonces por mantener Florida, que fue decisivo en los comicios del año 2000, pero incluso en el recuento estaba por delante el demócrata, y tampoco era suficiente.
El día había empezado a las seis de la mañana con la apertura de los primeros colegios electorales y no hizo falta mucho tiempo para darse cuenta de que algo estaba pasando. Las filas de personas esperando pacientemente su turno para votar inundaban las pantallas de televisión y los analistas repetían una y otra vez que los niveles de participación podían ser históricos, en un país donde tradicionalmente la mitad de la población no acude a votar.
También hubo quejas de algunos votantes, pero en un país de proporciones continentales como Estados Unidos, en el que estaban registrados para votar más de 150 millones de personas, hubiese sido casi una hazaña que no hubieran habido problemas. Fundamentalmente fueron fallos electrónicos en máquinas de votación y retrasos en la apertura de algunos colegios, que se fueron solventando poco a poco. Al final, con sus grandezas y pequeñas miserias, un día que pasará a los anales de la historia.
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