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ISABEL SACO-GINEBRA Suiza confirmó ayer las bases de su relación bilateral con la Unión Europea con la decisión de abrir sus fronteras a búlgaros y rumanos, pese al intento de la extrema derecha de crear un clima de miedo entre los trabajadores locales ante la supuesta competencia desleal que conllevaría tal medida.

Después de una intensa campaña que hacia presagiar un resultado ajustado, el referéndum celebrado ayer para que los ciudadanos suizos se pronunciaran sobre esa cuestión concluyó con un claro triunfo del 'sí' en favor de ampliar el derecho de libre circulación del que ya gozan los europeos comunitarios a los ciudadanos de los países incorporados más recientemente: Bulgaria y Rumanía.

Los opositores utilizaron el fantasma del «fontanero polaco», aseguraron que la entrada de búlgaros y rumanos daría lugar a una competencia salarial desleal, al abuso de la ayuda social, al aumento de la delincuencia y, en última instancia, a la pauperización del país.

Sin embargo, la extensión de la libre circulación recibió el respaldo del 59'6% de los votantes en una referéndum que tuvo una participación del 51%.
Las incertidumbres generadas por la crisis financiera y económica, así como el aumento del desempleo en Suiza, hicieron temer un rechazo por parte de la ciudadanía.

Tal desenlace hubiese puesto en cuestión el paquete de acuerdos que regula las relaciones entre Suiza y UE, principalmente en el ámbito económico.
Ello debido a que los siete acuerdos en cuestión (en las áreas del comercio, mercados públicos, agricultura, transportes terrestre y aéreo, investigación y la libre circulación) están vinculados jurídicamente y rechazar uno hubiese significado poner en cuestión el resto.

La asociación de patronales EconomieSuisse se felicitó por el resultado, ya que éste garantiza «el acceso de nuestras empresas al mercado de los veintisiete países miembros de la UE».

Solamente en Schwytz, Appenzel Rodhes Interieures, Glaris y el Tesino se impuso el 'no, de un total de 26 cantones.