Carlos Lage y Felipe Pérez Roque, hasta esta semana pesos pesados del Gobierno cubano, abandonaron de forma definitiva la escena política con la publicación ayer en el diario oficial Granma de sendas cartas de renuncia a todos sus cargos, dos días después de que Fidel Castro los considerara «indignos». La muerte política de Lage, de 57 años, y de Pérez Roque, que cumple este mes 44, se empezó a fraguar el lunes con la destitución del primero del cargo de secretario del Consejo de Ministros y del segundo como ministro de Exteriores.
La sentencia definitiva fue firmada por el considerado mentor de ambos, el ex presidente Fidel Castro, quien al día siguiente, sin citarlos directamente, afirmó que «la miel del poder, por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno».
Las destituciones de Lage y Pérez Roque, las dos figuras políticas más prominentes de la isla fuera de la generación histórica de la revolución de 1959, deja un panorama que hoy nadie se atreve a valorar. Con la salida de Lage del Consejo de Estado, la media de edad de la cúpula cubana (el presidente y ahora cinco vicepresidentes) pasa de 71'4 a 75 años.
En misivas dirigidas al presidente de Cuba y segundo secretario del partido, general Raúl Castro, ambos renuncian a todos sus cargos, reconocen «errores» que en ningún momento aclaran, dicen que asumen sus «responsabilidades» y prometen mantenerse fieles a la revolución. «Reconozco los errores cometidos y asumo la responsabilidad. Considero que fue justo y profundo el análisis realizado en la pasada reunión del Buró Político», dice Lage, en alusión a una reunión de la máxima jefatura del partido del que no se han dado detalles.
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