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Las celebraciones conmemorativas del 20 aniversario de la caída del Muro de Berlín culminaron anoche ante la Puerta de Brandemburgo, donde los oradores recordaron que los protagonistas de la revolución pacífica no sólo acabaron con la división alemana, sino también con la de Europa y el mundo. La canciller alemana, Angela Merkel, rememoró el 9 de noviembre de 1989 como el día de la «victoria de la libertad», una libertad, dijo, que no debe contemplarse como un bien «sobreentendido, sino algo por lo que se debe luchar y defender cada día».

«Celebramos el valor y la voluntad inquebrantable de miles de personas en la RDA pero también celebramos las transformaciones de nuestros amigos en el este y el centro de Europa que prepararon la caída del Muro», dijo Merkel, que también tuvo palabras de agradecimiento para las potencias aliadas que facilitaron la reunificación del país. Discursos parecidos pudieron escucharse del presidente ruso, Dmitri Medvedev, y su colega francés, Nicolás Sarkozy, del primer ministro británico, Gordon Brown, y el presidente estadounidense, Barack Obama, de quien se proyectó un mensaje por vídeo.

Al acto acudieron también los jefes de Estado o de Gobierno de los 27 países miembros de la Unión Europea, entre ellos el español José Luis Rodríguez Zapatero, y estadistas retirados como el ex presidente soviético Mijail Gorbachov, el ex ministro alemán de Exteriores Hans Dietrich Genscher o el ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger.

Poco después, el ex presidente polaco Lech Walesa derribaba por un extremo la primera de las mil piezas de un colorido dominó gigante de 1,5 kilómetros de longitud, cuya caída en cadena simbolizó el derrumbe del muro de Berlín hace 20 años. Mientras los presidentes de la Comisión de la UE, José Manuel Durao Barroso, y el Parlamento Europeo, Jerzy Buzek, lo hacían por el otro extremo hasta confluir en la Puerta de Brandeburgo, donde fue la canciller Merkel la encargada de dar el empujón a las últimas piezas, cuya caída abrió los fuegos finales de artificio.

Los actos comenzaron con un breve concierto de la Staatskapelle berlinesa bajo la batuta del director argentino-israelí Daniel Barenboim, quien abrió la «Fiesta de la Libertad» con la obertura del «Lohengrin» de Richard Wagner, e incorporó al programa como invitado sorpresa al tenor español Plácido Domingo. Barenboim y Domingo rompieron la solemnidad de las conmemoraciones con su «Berliner Luft» (Aire berlinés), una marcha popular de Paul Lincke que corearon las decenas de miles de personas concentradas bajo la lluvia, preservados por sus paraguas, para cerrar así la primera parte musical de la fiesta.