El primer ministro iba a ser dado de alta ayer, pero los médicos han decidido mantenerle en observación y hoy evaluarán de nuevo sus condiciones, según informó el doctor Alberto Zangrillo, jefe del departamento de Terapia Intensiva del hospital San Raffaele, de Milán, donde se encuentra hospitalizado.
«Mañana (hoy) decidiremos, pero no es seguro que le demos el alta. Las consecuencias (del golpe) son más graves de lo que habíamos pensado en un primer momento, por lo que no se espera el alta antes de 24 ó 36 horas», añadió Zangrillo.
Asimismo, Berlusconi, según el parte médico, «ha registrado una disminución del valor del hematócrito, debido a la sangre que perdió tras el trauma», medio litro según el médico, y «se está sometiendo a una terapia con antibióticos y analgésicos».
La agresión al mandatario le ha producido un corte en el labio, la rotura del tabique nasal y de dos dientes de la arcada superior, lo que le causa dolor de cabeza y le hace difícil comer, según el parte médico.
Un clima de tensión que incluso, según desveló el portavoz del primer ministro, Paolo Bonaiuti, había hecho pensar a Berlusconi que le podría pasar algo.
Aunque todos los representantes de la oposición declararon su solidaridad a Berlusconi, también desataron la polémica las declaraciones de Rosy Bindi, presidenta del primer grupo opositor, el Partido Demócrata (PD), quien consideró que Berlusconi y su Gobierno «se tienen que sentir responsables» del supuesto clima de odio.
«Berlusconi es víctima del gesto aislado de una persona psicológicamente frágil y es evidente que no existe algún instigador. Si se quiere hacer una honesta reflexión sobre el clima político todos se tienen que sentir responsables, incluidos el presidente del Gobierno y su mayoría», dijo Bindi.
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