Barreras de protección instaladas alrededor de una pequeña isla en Port East, Luisiana, para evitar el embate de las manchas de crudo. | Efe - SEAN GARDNER / GREENPEACE / HAND

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Las primeras oleadas del crudo derramado en el Golfo de México comenzaron a manchar ayer los islotes exteriores del delta del Río Misisipi, donde se teme un desastre ambiental, según recoge la prensa local.
La contraalmirante Sally Brice-O'Hara, comandante del Distrito 13 de la Guardia Costera, dijo en la televisión que la respuesta del gobierno federal a la contaminación causada por la explosión, incendio y hundimiento de una plataforma de exploración petrolera «ha sido rápida y sostenida».
Pesca
El accidente ocurrido el 20 de abril costó la vida a 11 de los 126 trabajadores que estaban en la plataforma, y el fracaso en los esfuerzos por tapar el hoyo a más de 1.500 metros de profundidad ha permitido un escape de aproximadamente 795.000 litros diarios de crudo.
El gobernador de Luisiana, Bob Jindal, declaró ayer un estado de emergencia en la región costera donde, según el diario The Times Picayune de Nueva Orleans, «el hedor del petróleo se extiende mientras aumentan los esfuerzos para impedir un desastre ambiental y de la industria pesquera».
El Servicio Meteorológico Nacional pronostica que los vientos del sudeste a unos 32 kilómetros por hora continuarán durante la jornada de hoy y las proyecciones de la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera indican que la mancha de petróleo podría ingresar hoy las bahías Breton y Chandeleur, unos 80 kilómetros al sudeste de Nueva Orleans.
La irrupción del crudo sobre el delta del río Misisipi podría ser un desastre no sólo para el hábitat ecológico sino también para la industria pesquera y turística de la región.
Especies amenazadas
Tan sólo en Luisiana la marea negra podría afectar hasta a 400 especies animales y vegetales en las delicadas marismas costeras, según advirtieron las autoridades.
La mancha negra no sólo amenaza a ese estado sino que también podría alcanzar a los de Texas, Misuri, Alabama y Florida, cuyos gobernadores recibieron el jueves una alerta del presidente Obama.