La policía egipcia hace frente a los manifestantes en El Cairo. La plaza Tahrir, epicentro de las protestas políticas, está hoy tomada totalmente por la policía egipcia, aunque en zonas próximas han comenzado los enfrentamientos entre manifestantes y las fuerzas de seguridad. | Efe

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El presidente egipcio, Hosni Mubarak, anunció anoche que ha pedido al Gobierno su dimisión y que hoy nombrará un nuevo Ejecutivo, después de la jornada de manifestaciones masivas en contra de su régimen que obligó a desplegar al Ejército para contener las protestas y concluyó con 29 muertos y un millar de heridos.


Mubarak lamentó «las víctimas inocentes de ambos bandos» y aseguró que las manifestaciones «no deberían haberse producido». Además, afirmó que «la soberanía será devuelta al pueblo» y recalcó que las «metas no pueden ser alcanzadas con la violencia» sino con «diálogo nacional».

Egipto vivió ayer bajo el toque de queda, el primero que se conoce en la reciente historia del país, y con el Ejército desplegado por las calles, como colofón de una jornada de protestas políticas que se extendieron por todo el país.
A primeras horas de la noche, tanquetas del Ejército comenzaron a circular por las avenidas que transcurren junto al Nilo en El Cairo, donde los ciudadanos aclamaron al Ejército, un trato distinto al que durante todo el día recibió la policía.

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Incomunicados


A primera hora de la mañana se cortaron las comunicaciones por teléfono y por internet, que han sido esenciales para articular las movilizaciones de los días previos, y decenas de miles de egipcios salieron a la calle con el objetivo de conquistar la céntrica plaza de Tahrir, sitiada por la policía.


El anuncio de Mubarak se produjo horas después de que EEUU decididiera someter a revisión la ayuda que provee a Egipto, que asciende a 1.500 millones de dólares anuales, según anunció la Casa Blanca.