La reina Isabel II de Inglaterra, poco dada a expresiones espontáneas, manifestó hoy su felicidad por la boda de su nieto, el príncipe Guillermo, cuando ambos se reunieron en el palacio de Buckingham minutos después de la ceremonia.
«Ha sido increíble», se pudo escuchar a la reina en unas imágenes de televisión, recogidas por la agencia local de noticias PA.
La monarca acababa de bajarse de la carroza real que la llevó desde la abadía de Westminster hasta el palacio de Buckingham junto a su esposo, el duque de Edimburgo, tras recorrer las calles más emblemáticas del centro de Londres y saludar a las decenas de miles de personas que vieron en directo el cortejo.
En las imágenes se pudo ver también a Guillermo saludando a su abuela, con la que habló brevemente y a la que besó en una mejilla.
La reina, de 85 años, concedió a su nieto y a su esposa Catalina el título de duques de Cambridge, y tras la boda ofreció una recepción oficial en el palacio de Buckingham a 650 invitados.
Tras la recepción, y poco después de que los recién casados se trasladaran hasta la cercana Clarence House, residencia oficial del príncipe Carlos, la reina y su esposo, el duque de Edimburgo, abandonaron Londres para pasar el fin de semana fuera.
No estarán, por lo tanto, en el evento nocturno que ofrecerá el príncipe Carlos a unos 300 invitados, en su mayoría familia y amigos, que está previsto que estén de fiesta hasta la madrugada.
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