Hazare finalizó su protesta después de que el primer ministro indio, Manmohan Singh, le comunicara por carta que la Cámara se plegaba a su demanda, lo que medios locales interpretan como una histórica victoria de la sociedad civil sobre la clase política.
Tras recibir la misiva -en la que Singh aseguraba que «la voluntad del Parlamento es la del pueblo» cuando hasta entonces rechazaba de plano su petición-, el activista bebió ayer mañana un vaso de agua de coco mezclada con miel que le ofrecieron unas niñas.
Hazare tomó a continuación la palabra para agradecer su apoyo a las decenas de miles seguidores que se habían congregado en la céntrica plaza de la capital india donde ha mantenido su ayuno y a quienes advirtió que se trataba de «un triunfo, a medias».
Decisión
«Suspendo el ayuno, no lo doy por concluido. La lucha seguirá hasta que apruebe el Lokpal (la ley anticorrupción)», dijo el activista, que exige que esa legislación abarque a toda la administración, se aplique en todo el país e incluya una carta de derechos ciudadanos.
Entre cánticos y vítores de sus simpatizantes, Hazare fue trasladado después a un hospital de Gurgaon (sur de Nueva Delhi), donde permanecerá durante dos días para ser sometido a un exhaustivo chequeo médico debido a su deteriorado estado de salud.
De 74 años, Hazare ha perdido siete kilos y padece debilidad extrema por haberse negado a recibir alimentación intravenosa.
Se pone a si punto y aparte a una protesta que ha despertado una masiva ola de simpatía que se ha extendido por las principales ciudades indias hasta transformase en la mayor movilización popular en contra de la corrupción desde la independencia del país en 1947.
Según sus asesores, además de la enmienda de la ley Lokpal, el activista pretende una reforma de la ley electoral, lo que considera «el siguiente paso» en su campaña.
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