El presidente de EE.UU., Barack Obama, y su esposa Michelle, visitan el sector 60 del cementerio de Arlington para rendir homenaje a los militares caídos en las guerras en Irak y Afganistán. | Efe

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Entre las 08.46 y las 10.28 de la mañana del 11 de septiembre de 2001 pasaron 102 minutos en los que Nueva York y el mundo cambiaron para siempre: las Torres Gemelas se desplomaron, murieron 2.753 personas y se inició una era en que el enemigo más temido comenzó a ser el terrorismo internacional. Diez años después los neoyorquinos viven aún sobrecogidos por la magnitud de la tragedia.

Nueva York recuerda hoy la hora exacta de los impactos contra el World Trade Center de los aviones que varios escuadrones suicidas secuestraron con facilidad al poco tiempo de despegar del aeropuerto de Boston y cuyo destino era Los Àngeles.

El primero, a las 08.46 (las 14.46 hora española) recordará cuando el Boeing 767 de American se introdujo entre los pisos 93 y 99 de la Torre Norte a 790 kilómetros por hora, y el segundo, a las 09.03 (las 15.03 hora española), cuando el vuelo 175 de United impactó entre las plantas 77 y 85 de la Torre Sur, a unos 950 kilómetros por hora.

Fueron golpes certeros que condujeron a unas imágenes que parecían fruto de los efectos especiales de los mejores filmes de Hollywood en las retinas de quienes los vivieron en el mismo Manhattan o desde cualquier punto del planeta, en la que fue la primera catástrofe televisada para una audiencia mundial.

Muerte de Bin Laden

Comandos estadounidenses mataron en mayo de este año en Pakistán a Osama bin Laden, que una década después del 11-S vivía apaciblemente cerca de Islamabad. El enemigo público número uno de Washington se escondía en una finca de la ciudad norteña de Abbottabad, apenas a unas tres horas en coche de la capital paquistaní y que alberga la principal academia de cadetes del Ejército de Pakistán.

El asalto, con el rebote de Pakistán contra Estados Unidos, puso de manifiesto la delicada relación entre los países musulmanes y Occidente, que han vivido una década de distanciamiento tras los atentados del 11-S, agravado por las guerras de Afganistán e Irak, aunque la «primavera árabe» abre una nueva e imprevisible era.

Mientras, dentro de EEUU, una década después de los ataques perpetrados con aviones de pasajeros aquel 11 de septiembre en Nueva York, Washington y Pensilvania, las autoridades de EEUU mantienen las estrictas medidas de seguridad en el país ya que siguen en guardia ante Al Qaeda y sus afiliados, sin descuidar nuevas amenazas dentro del propio país.