La central nuclear de Fukushima, en Japón. | Reuters

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El Gobierno de Japón ordenó hoy reactivar dos reactores nucleares por primera vez desde el grave accidente en la planta de Fukushima, lo que supone la vuelta de la energía atómica al país pese a las voces que reclaman el cierre definitivo de las centrales.

El primer ministro nipón, Yoshihiko Noda, decretó la puesta en marcha de los reactores 3 y 4 de la planta de Oi (centro) tras recibir el visto bueno del gobernador de la provincia de Fukui, donde se levanta esta central nuclear, perteneciente a Kansai Electric Power (KEPCO).

La eléctrica recibió hoy mismo la orden de iniciar los preparativos para activar los dos reactores, que previsiblemente estarán funcionando a pleno rendimiento para principios y finales de julio, respectivamente.

La decisión se tomó quince meses después del devastador tsunami de marzo de 2011, que además de causar más de 19.000 muertos en el noreste de Japón dañó seriamente la central de Fukushima Daiichi y la convirtió en epicentro de la catástrofe nuclear más grave desde la de Chernóbil.

Aquel accidente, por el que aún siguen evacuadas unas 80.000 personas, puso en tela de juicio la seguridad de las centrales niponas y llevó a la paralización gradual de los 50 reactores comerciales del archipiélago por revisiones o pruebas de seguridad, el último de ellos el pasado 5 de mayo.

Ello obligó a Japón, tercera economía mundial, a aumentar el ritmo de sus centrales térmicas e incrementar sus importaciones de hidrocarburos, lo que ha pasado una costosa factura a su balanza comercial.

Con el argumento de que es necesario garantizar un suministro estable y evitar la subida excesiva de los precios de la energía para el desarrollo económico y social del país, Noda hizo la semana un llamamiento público en favor de la energía atómica con vistas a allanar el camino a la reapertura de los reactores de Oi.

Pese a ello, una buena parte de la población rechaza la vuelta a la nuclear: Según una encuesta efectuada en mayo por el periódico Asahi, el 54 por ciento prefiere mantener las centrales cerradas, frente a un 29 por ciento a favor de reactivarlas.

Este mismo viernes, los representantes del movimiento antinuclear encabezado por el premio Nobel de Literatura Kenzaburo Oé entregaron al portavoz del Gobierno, Osamu Fujimura, un documento con 7,5 millones de firmas que pide la clausura definitiva de las plantas.

Además, a primera hora de hoy varios cientos de personas se congregaron frente al edificio que alberga las oficinas del primer ministro para reclamar que el país persista en su apagón atómico.

Bajo la lluvia y vigilados por docenas de policías, los manifestantes, con pancartas que pedían «una decisión política» contra la energía nuclear, denunciaron que la alegación de que los reactores de Oi son seguros es un «sinsentido».

Las unidades 3 y 4 de esa planta se han sometido con éxito a las pruebas de resistencia decretadas por el Gobierno tras el accidente en Fukushima para certificar que están preparadas ante eventuales catástrofes naturales, como terremotos o un tsunami de hasta 11,4 metros de altura.

Pero ello no ha convencido a todos, e incluso dentro del gobernante Partido Democrático (PD) casi un tercio de sus legisladores firmaron a principios de este mes una petición en la que pedían a su líder y primer ministro un giro en la política nuclear.

Antes del accidente en Fukushima, Japón, con 127 millones de habitantes, obtenía cerca del 30 por ciento de su energía de las centrales atómicas.

La región donde se encuentra la central de Oi, Kansai, es la segunda más poblada del país con más de 20 millones de habitantes, a los que el Gobierno solicitó recientemente un ahorro del 15 por ciento en el consumo energético durante el caluroso verano para evitar apagones.