El papa Francisco sostiene a un chico tras celebrar la Misa de Pascua. | Reuters

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El papa Francisco usó su primer mensaje de Pascua para pedir la paz en el mundo y hacer un llamamiento a una solución diplomática de la crisis en la península de Corea.

En su primer mensaje «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo), Francisco también pidió la paz entre israelíes y palestinos, el fin de la guerra civil en Siria y soluciones políticas a conflictos en varios países africanos.

El ex cardenal argentino Jorge Bergoglio, que pronto ha hecho de la defensa de la naturaleza un sello de su pontificado, también condenó la «explotación injusta de los recursos naturales» e instó a todo el mundo a que sean «guardianes» de la creación.

El Pontífice ofreció su mensaje desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, el mismo lugar donde apareció por primera vez ante el mundo como Papa después de su elección el 13 de marzo, y ante al menos 250.000 personas, según estimaciones del Vaticano.

«La paz en Asia, sobre todo en la península de Corea: los desacuerdos pueden superarse y crecer un espíritu renovado de reconciliación», dijo, hablando en italiano.

Corea del Norte se declaró el sábado en «estado de guerra» con Corea del Sur. Las tensiones han crecido desde que el nuevo joven líder Kim Jong-un ordenara por tercera vez unos ejercicios nucleares en febrero, incumpliendo las sanciones de la ONU e ignorando las advertencias del único aliado importante de Corea del Norte, China, para que no lo hiciera.

Francisco, que ha llevado al papado un estilo más sencillo y personal, dijo que el mensaje de Pascua es que la fe puede ayudar a la gente a transformar sus vidas permitiendo que «florezcan esos sitios desérticos en nuestros corazones».

Guardianes de la creación

«¡Cuántos desiertos, incluso hoy, necesitan cruzar los seres humanos!. Por encima de todos, el desierto interior, cuando no tenemos amor por Dios o por el prójimo, cuando fallamos en darnos cuenta de que somos guardianes de todo lo que el creador nos ha dado y sigue dándonos», dijo.

Antes, en una misa en la plaza decorada con más de 40.000 plantas y flores, el Papa llevó una indumentaria blanca relativamente sencilla, en contraposición a su predecesor Benedicto XVI, que prefería sotanas más elaboradas.

La multitud se congregaba en la Plaza de San Pedro y en las calles circundantes y entre ella se incluían muchos que fueron a ver a un Papa que esperan que dé un nuevo comienzo a una Iglesia que se ha visto afectada por escándalos de abusos sexuales a menores y denuncias de corrupción.

«Es un nuevo Papa y un nuevo comienzo», dijo Tina Hugues, de 67 años, que viajó a Roma con su familia desde Nottingham, Inglaterra, para ver al Pontífice. «Creo que trae algo especial. Conecta con la gente».

Francisco, que se puso el nombre en honor a San Francisco de Asís, admirado como un símbolo de la austeridad y de la importancia de la vida sencilla, dijo:

«Paz en todo el mundo, todavía dividido por la codicia de quienes buscan una ganancia fácil, herido por el egoísmo que amenaza la vida humana y la familia, egoísmo que continúa en el tráfico humano, la forma más extendida de esclavitud en este siglo XXI».

«¡Paz a todo el mundo, desgarrado por la violencia vinculada al tráfico de drogas y a la explotación inmoral de los recursos naturales! ¡Paz a esta nuestra Tierra!.

El Domingo de Resurrección, el día que los cristianos creen que Jesús resucitó de entre los muertos tres días después de su crucifixión, ha sido la culminación de cuatro días de actividad frenética para el Papa, durante los cuales ha instituido varias novedades.

El Jueves Santo, dos mujeres fueron incluidas entre las 12 personas a las que el Papa lavó y besó los pies durante la ceremonia tradicional que previamente sólo estaba abierta a los hombres.

Francisco todavía vive en la misma casa de invitados del Vaticano en la que se alojó durante el cónclave que eligió al primer papa no europeo en 1.300 años, en lugar de trasladarse a los regios apartamentos papales del Palacio Apostólico vaticano.

También ha invitado a la gente común a su misa matinal en la casa de invitados, como barrenderos y jardineros del Vaticano.