El soldado asesinado ayer a plena luz del día en un barrio del sur de la capital británica, tenía un hijo de dos años, pertenecía al Segundo Batallón del Regimiento Real de Carabineros y había servido en misiones en Afganistán.
El ministro británico de Defensa, Philip Hammond, tildó hoy el ataque de «asesinato sin sentido de un soldado que ha servido al Ejército fielmente en varios papeles, incluyendo viajes operacionales en Afganistán».
Defensa señaló que Rigby, que en el momento de la agresión vestía una camiseta con el nombre de una organización benéfica para veteranos de guerra, «Help for Heroes», tocaba el tambor con el regimiento del Ejército al que pertenecía.
Rigby se había unido a las Fuerzas Militares británicas en 2006 y había participado en misiones en la provincia de Helmand (sur de Afganistán), según ese ministerio.
Aficionado del club de fútbol Manchester United, la víctima de esa brutal agresión también había desempeñado otras tareas públicas ante los palacios reales y sus compañeros destacaron hoy su buen humor.
El coronel Jim Taylor, oficial del Segundo Batallón de Carabineros, destacó hoy que el militar muerto era «un tamborilero con experiencia y talento» que sirvió «con distinción en Afganistán, Alemania y Chipre».
«Su habilidad, talento y personalidad hicieron de él una opción natural para trabajar en el grupo de reclutamiento. Todo el mundo del batallón le echará de menos», agregó Taylor en declaraciones a los medios británicos.
El ataque contra Rigby se produjo en el barrio de Woolwich, al sur de Londres, por dos hombres que justificaron la agresión en nombre del Islám y que, después de matar al soldado, hablaron con varios viandantes y relataron lo que acababan de hacer.
Ambos individuos, al parecer británicos de origen nigeriano, se encuentran ahora en dos hospitales diferentes de Londres, donde fueron ingresados al resultar heridos por disparos de los agentes.
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