El príncipe Felipe, junto a varios jefes de Estado, en la toma de posesión. | Francisco G

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El presidente de Ecuador, Rafael Correa, tomó posesión ayer de su nuevo mandato -hasta 2017- en un acto protocolario en el que esbozó las grandes líneas de su política para los próximos años, marcada por la continuidad.

Con un escueto «sí, juro», Correa aceptó, visiblemente emocionado, cuatro años más en el cargo. El acto solemne se celebró en la Asamblea Nacional, donde la presidenta de la Cámara, Gabriela Rivadeneira, también tomó juramento al vicepresidente, Jorge Glas.

Correa inició su discurso reconociéndose nervioso y bromeando acerca de su futuro. «Espero que en la cuarta (investidura) no lo esté tanto», declaró, para acto seguido apuntar: «Ojalá no se infarten los que ya están infartados, los que sabemos».

Correa, de 50 años, ha asumido de nuevo el mando con el aval de las últimas elecciones, en las que obtuvo el 57 % de los vosotros, y el compromiso de continuar la línea de políticas sociales emprendidas desde que asumió la Presidencia en enero de 2007.

«El país está cambiando profundamente en lo económico, en lo político y en lo social», reconoció el mandatario.

Durante los últimos seis años, la economía ecuatoriana ha crecido una media del 4,3 % anual y la inversión pública se ha multiplicado por seis, hasta superar en 2012 los 8.500 millones de euros.

Correa tiene un horizonte completamente despejado en términos políticos y, con cien escaños en la Asamblea Nacional, podrá sacar adelante sus leyes sin complicaciones. La ley de tierras y la de aguas figuran entre los proyectos inminentes, así como una ley de comunicación que ha levantado ampollas entre los medios críticos.

El petróleo sigue siendo el principal motor económico del país sudamericano, que produce cada día más de medio millón de barriles de crudo. El Gobierno quiere reducir su dependencia de este material con la construcción de presas hidroeléctricas, así como diversificar el tejido productivo.

A la ceremonia asistieron numerosas delegaciones internacionales, principalmente de América Latina, y varios jefes de Estado, como el venezolano Nicolás Maduro, el boliviano Evo Morales, el colombiano Juan Manuel Santos y el chileno Sebastián Piñera, entre otros.

El príncipe de Asturias acudió en representación de España, como suele ser habitual.