El secretario general del Partido Comunista chino (PCCh) en Chongqing hasta marzo de 2012 fue siempre famoso por su carisma, su popularidad ante la prensa extranjera y su ambición, y su caída, en una espiral de sucesos digna de un guión cinematográfico, ha supuesto el mayor escándalo de las últimas décadas en el país.
Nacido en Dingrang el 3 de julio de 1949, tres meses antes de la instauración de la República Popular China, su padre fue Bo Yibo, un destacado revolucionario en la guerra civil contra los nacionalistas del Kuomintang y la invasión japonesa.
El exministro y su familia fueron encarcelados por las ideas del padre, quien, al igual que su camarada Deng Xiaoping, abogaba por una apertura económica del entonces aislado régimen maoísta.
Bo Xilai pasó cinco años en prisión, la mitad que su progenitor, mientras que su madre murió a causa de una paliza en aquellos años oscuros.
Con la muerte de Mao, Bo pudo iniciar sus estudios superiores en la Universidad de Pekín -como su esposa, Gu Kailai, encontrada hace un año culpable del asesinato del empresario británico Neil Heywood- y la Academia China de Ciencias, entre 1978 y 1982. Ingresó en el Partido Comunista en 1980.
Comenzó a ocupar cargos de responsabilidad en 1982, cuando entró a trabajar en el Departamento de Investigación del Secretariado del Partido, y a partir de 1984 empezó a ejercer en puestos directivos locales en la provincia de Liaoning, base de la industria pesada del noreste de China.
Entre 2000 y 2004, Bo fue gobernador de la provincia, hasta que fue llamado a Pekín por el expresidente chino Hu Jintao para que asumiera la complicada cartera de Comercio, en la que cosechó sus principales éxitos.
Al frente de ese Ministerio, se dio a conocer dentro y fuera de China por las arduas negociaciones que tuvo que emprender con EEUU y la Unión Europea por conflictos comerciales en varios sectores.
Siempre sonriente, y mucho más abierto a la prensa que la mayoría de los políticos comunistas, Bo era visto en su época de ministro como el único político que se salía en sus discursos de la jerga gris y propagandística del PCCh.
También era uno de los pocos que contaba con un «apoyo popular» auténtico, según los analistas.
En 2007 fue nombrado secretario general del PCCh en Chongqing, un cargo que para otro político chino hubiera significado el ostracismo lejos del poder central de Pekín, pero que el astuto Bo empleó en ganar más fama.
Por ejemplo, convirtió esa urbe a orillas del Yangtsé en la «capital roja» de China, ya que Bo, que era como su padre un nostálgico de los primeros años del maoísmo, instauró la obligación de cantar en público canciones revolucionarias y transformó la televisión local en un aparato de propaganda histórica.
No obstante, su gran operación de relaciones públicas fue su lucha sin cuartel contra las mafias locales -que en Chongqing dominaban la policía, los transportes o los tribunales- que se saldó con miles de detenidos, altos cargos municipales condenados o hasta ejecutados y aún más proyección mediática para Bo.
En esa lucha contó con la inestimable ayuda de Wang Lijun, jefe de policía y vicealcalde que ayudó a limpiar Chongqing de mafias.
Sería el mismo Wang quien precipitara la caída de Bo cuando, en febrero de 2012, se refugió en el consulado de Estados Unidos en Chengdu (vecina a Chongqing) para revelar que Gu había asesinado a Heywood en noviembre de 2011, por lo que estaba siendo perseguido por la familia y necesitaba protección.
Pocas semanas después, el 15 de marzo, Bo era destituido de su puesto, y el 10 de abril suspendido del Politburó del PCCh, después de que se hicieran públicas las acusaciones contra su esposa.
De forma paulatina, y durante casi año y medio, Bo fue expulsado de la formación, privado de su inmunidad como diputado y, finalmente, imputado y llamado a juicio por los cargos mencionados, lo que acabó por hacer añicos su sueño de ser parte del todopoderoso Comité Permanente, el órgano dirigente del PCCh.
1 comentario
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Igualito que en España,jajaja.