A lo largo de hoy, domingo, los expertos tienen programado «destruir parte de las armas almacenadas y de los equipos para su producción», explicó a Efe un responsable de la misión conjunta de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) y de las Naciones Unidas (ONU).
Este es el primer día que los investigadores se dedican a esta tarea, que están realizando en un lugar desconocido, que la fuente no quiso revelar por motivos de seguridad.
El equipo llegó el martes pasado a Damasco en cumplimiento del plan acordado por la comunidad internacional y ratificado por la ONU tras el acuerdo alcanzado «in extremis» por Estados Unidos y Rusia.
Durante su primera semana, el grupo técnico ha trabajado en verificar la información proporcionada por el Gobierno sirio, la seguridad de los equipos de inspección y la disposición para implantar el plan que establece la destrucción del arsenal químico durante la primera mitad de 2014.
En un comunicado, emitido ayer, los expertos afirmaban que habían constatado un «progreso inicial» y que en los primeros encuentros con las autoridades locales habían recibido documentos que parecían «alentadores».
Según los plazos acordados por la ONU, las instalaciones de producción de armamento químico tienen que estar desmanteladas para primeros de noviembre, mientras que la destrucción de las armas debe culminar en el primer semestre de 2014.
En una entrevista publicada hoy en el diario sirio Tishrin, el presidente Bachar al Asad aseguró que su país aceptó la iniciativa rusa para poner sus armas químicas bajo supervisión internacional «para evitar que Siria y toda la zona entraran en guerra, y que el mapa político del mundo sirviera a los intereses sirios».
El mandatario recordó que el régimen sirio se hizo con armas químicas en la década de los 80 del siglo pasado para estrechar la brecha tecnológica que existía con Israel.
«Poca gente sabe que Siria dejó de producir ese armamento a mediados de los noventa porque por aquel entonces ya había acortado esa brecha, pese al avance de Israel a nivel militar por el apoyo de Estados Unidos», apuntó Al Asad.
A partir de 2000, el país árabe siguió produciendo armas convencionales, pero no químicas, según Al Asad, porque no tenía necesidad. «De hecho, planteamos en 2003 una iniciativa para desmilitarizar Oriente Medio (de armas químicas) ante el Consejo de Seguridad de la ONU», rememoró el presidente, que lamentó que esa propuesta fuera obstaculizada en su día por Washington.
El jefe de Estado sirio expresó, además, su disposición a participar en la conferencia de Ginebra II, prevista para noviembre, para buscar una salida pacífica al conflicto, aunque advirtió de que su régimen no negociará con «terroristas».
Entretanto, la violencia continúa en el territorio sirio, donde al menos ocho personas perdieron la vida hoy y 24 resultaron heridas por el impacto de un proyectil en el barrio de Al Qasaa, en el centro de Damasco.
El cohete cayó cerca del Hospital Francés y de la iglesia de la Cruz de la capital, informó la agencia de noticias oficial Sana, que culpó del ataque a «terroristas».
Siria se sumará a la Convención de Prohibición de Armas Químicas el próximo 14 de octubre, tras lo cual será responsable de garantizar la seguridad de los investigadores de la ONU y de cubrir los costes de destrucción del arsenal.
Desde el comienzo del conflicto en Siria, en marzo de 2011, más de 100.000 personas han perdido la vida, según cifras tanto del Observatorio Sirio de Derechos Humanos como de Naciones Unidas, y más de dos millones están refugiados en otros países.
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