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Rusia vetó este sábado en el Consejo de Seguridad de la ONU una propuesta de resolución contra el referéndum previsto para mañana en Crimea, haciendo más evidente su aislamiento internacional en torno a la crisis.

China, habitual aliado de Moscú en el Consejo, se abstuvo en la votación, dejando a Rusia sola en su defensa de lo que ocurre en la península ucraniana.

Los otros 13 miembros del órgano apoyaron el texto impulsado por Estados Unidos y respaldado por toda la Unión Europea y otros países como Japón y Turquía, en el que se restaba validez al referéndum previsto para mañana y se urgía a no reconocer su resultado.

Frente a ese postura, el embajador ruso, Vitaly Churkin, defendió la «legalidad» de la consulta aludiendo al «golpe de Estado» que para Moscú derrocó al presidente ucraniano Víktor Yanukóvich, y a las «amenazas» que lo ocurrido en Kiev suponen para ciertas regiones como Crimea.

Además, recordó que la península fue rusa hasta 1954 y que se cedió a Ucrania «violando las normas» de la Unión Soviética y «sin tener en cuenta la opinión de la población», lo que tampoco se hizo tras la desintegración de la URSS, cuando Crimea permaneció como territorio ucraniano.

Rusia, aseguró el embajador, respetará por ello «el deseo de la población de Crimea».

«Rusia tiene el poder de vetar la resolución, pero no puede vetar la verdad», replicó a Churkin la embajadora estadounidense, Samantha Power, que arremetió contra Moscú en un duro discurso.

Power destacó que el resultado de la votación demuestra que Rusia está «aislada, sola y equivocada», al tiempo que acusó al Kremlin de ignorar las leyes internacionales y de basar todos sus argumentos en falsedades.

En la misma línea, el embajador francés, Gérard Araud, recalcó que «Rusia está totalmente aislada» y lamentó que «la fuerza prime sobre el derecho».

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«La anexión de Crimea que está en marcha es totalmente inaceptable», subrayó Araud, quien aseguró que los movimientos de Moscú en la península ucraniana están generando «preocupación» en los países vecinos con minorías rusas.

En este sentido, la embajadora lituana, Raimonda Murmokaite, reconoció que los países de la antigua órbita soviética tienen un «sentimiento de tremenda preocupación e inquietud» por lo que pueda ocurrir a continuación, y aseguró que los «pretextos para la invasión» que usa Rusia recuerdan a los de Hungría en 1956, Checoslovaquia en 1968 y Georgia en 2008.

Por su parte, el embajador británico, Mark Lyall Grant, destacó el aislamiento ruso y consideró que la abstención de China «es importante».

Pekín, que ha tratado de mantener un perfil bajo en la crisis y que se enfrenta en su propio país a fenómenos separatistas, justificó el sentido de su voto por su defensa de la integridad territorial de los estados.

Sin embargo, también criticó la «interferencia extranjera» en las protestas que derrocaron al anterior gobierno ucraniano -de las que Moscú culpa a Occidente- y mantuvo así una cierta equidistancia.

El borrador de resolución presentado por EE.UU. evitaba críticas directas a Rusia precisamente con el objetivo de buscar el apoyo de China al texto.

Dado el previsible veto por parte rusa, el objetivo occidental era sumar apoyos para hacer lo más evidente posible el aislamiento de Moscú.

La reunión del Consejo de Seguridad estuvo además marcada por las últimas noticias llegadas de Ucrania, después de que el Gobierno denunciase una incursión de tropas rusas en la región de Jerson (sur del país, fronteriza con Crimea).

Para EE.UU., de confirmarse, se trataría de «una escalada escandalosa» de la crisis, según dijo Power a los periodistas tras la reunión.

El embajador británico también expresó su preocupación por los supuestos hechos, que de ser ciertos supondrían «una mayor escalada» por la que «Rusia debería responder».