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El Papa Francisco se ha reunido este viernes con el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, a quien ha pedido que el organismo afronte con valentía los Objetivos de Desarrollo del Milenio y que se oponga a la «economía de la exclusión», a la «cultura del descarte» y a la «cultura de la muerte».

Así, el Pontífice ha reclamado al equipo directivo del alto organismo, que se encuentra, que se encuentra estos días en Roma para la reunión semestral de coordinación estratégica de la Junta de los Jefes Ejecutivos, que formulen y ejecuten «con magnanimidad y valentía» estos objetivos, de modo que efectivamente «lleguen a incidir sobre las causas estructurales de la pobreza y del hambre», consigan «mejoras sustanciales en materia de preservación del ambiente», garanticen un «trabajo decente y útil para todos» y den «una protección adecuada a la familia, elemento esencial de cualquier desarrollo económico y social sostenibles».

Asimismo, ha puesto de manifiesto que «la conciencia de la dignidad» de cada persona, «cuya vida es sagrada e inviolable desde su concepción hasta su fin natural», debe llevar a «compartir tanto las riquezas materiales como las de la inteligencia y del espíritu» y ha llamado a «restituir con generosidad y abundancia lo que injustamente se puede haber antes negado a los demás».

Francisco también ha reclamado que se desafíen todas las formas de injusticia porque pueden convertirse desgraciadamente «en una mentalidad pasivamente aceptada». El Pontífice ha recordado que en el origen y en el fin de toda acción política y económica tiene que estar «la mirada, muchas veces sin voz, de esa parte de la humanidad descartada, dejada atrás». Por ello, ha pedido a los representantes de la ONU que remuevan las conciencias de los actores políticos y económicos para guiarles hacia decisiones «valientes, que tengan resultados inmediatos».

Durante la audiencia en la que estaban presentes, además del Secretario General de ONU, altos ejecutivos de los organismos, fondos y programas de las Naciones Unidas y de las Organizaciones especializadas, Francisco ha advertido de que no deben «conformarse nunca con los resultados obtenidos» sino «empeñarse cada vez más» porque falta «mucho», ya que una parte importante de la humanidad «continúa excluida de los beneficios del progreso y relegada, de hecho, a seres de segunda categoría».

En este sentido, ha señalado que a este desarrollo equitativo contribuirán «tanto la acción internacional encaminada a conseguir un desarrollo humano integral en favor de todos los habitantes del planeta, como la legítima redistribución de los beneficios económicos por parte del Estado y la también indispensable colaboración de la actividad económica privada y de la sociedad civil».

Por todo ello, les ha invitado a «promover juntos una verdadera movilización ética mundial que, más allá de cualquier diferencia de credo o de opiniones políticas, difunda y aplique un ideal común de fraternidad y solidaridad, especialmente con los más pobres y excluidos».

El Pontífice ha puesto de relieve que es «significativo» que este encuentro se realice pocos días después de la «solemne canonización» de los Papas santos Juan XXIII y Juan Pablo II, porque ellos fueron inspiración para «el desarrollo integral de la persona humana» y para «el entendimiento entre los pueblos».

En esta línea, ha confirmado que los resultados «positivos» de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, «especialmente en términos de educación y disminución de la pobreza extrema» son el resultado de «la validez del trabajo de coordinación» de la Junta de jefes ejecutivos, pero ha precisado que «no se debe perder de vista que los pueblos merecen y esperan frutos aún mayores».