Por el momento nadie se ha responsabilizado de la autoría de la matanza cometida el pasado día 7 en la sede del semanario satírico francés «Charlie Hebdo», que, ha sido alabada por el grupo yihadista Estado Islámico, aunque su «modus operandi» parece corresponderse más bien con el de Al Qaeda.
Los hermanos Said y Cherif Kouachi, supuestos autores del asesinato de doce personas en la revista satírica, murieron este viernes en el asalto de las fuerzas especiales a la imprenta donde se habían atrincherado, según varios medios franceses.
Por su parte, el presunto autor del asesinato de una agente de policía local y del asalto y toma de rehenes en un supermercado judío en el este de París, Amedy Coulibali, también murió hoy en el asalto realizado por las fuerzas de seguridad francesas, según informaron fuentes policiales al diario «Le Monde».
Ahora queda por ver si ambos actos están conectados, pero, en cualquier caso, la matanza perpetrada en «Charlie Hebdo» ha recibido las bendiciones del EI, que calificó de «héroes» a sus autores en una alocución difundida en su emisora de radio por internet «Al Bayán».
El pasado junio, el EI (hasta entonces conocido como Estado Islámico de Irak y el Levante, ISIS, y anteriormente como Al Qaeda en Irak) rompe las amarras con la matriz y surge como un grupo nuevo, con un concepto mucho más claro en el ámbito político que también lo hace distinto: el del califato como una realidad geopolítica concreta y con fines expansivos.
El Estado Islámico, liderado por Abu Bakr Al Bagdadi, surge como el elemento más fuerte en medio de la confusión que genera la guerra civil siria, donde la miríada de grupos opositores al régimen del presidente Bachar Al Asad, es incapaz de presentar un plan de acción común, circunstancia de la que se aprovechan los yihadistas, tanto en el ámbito militar como en el político.
En junio de 2014 Al Bagdadi se presenta en público en un sermón en la mezquita de la ciudad de Mosul (la segunda de Irak), en el que anuncia la proclamación de un califato que regirá en las zonas bajo control del EI, que abarcan una amplia superficie de Siria e Irak. Al Qaeda y su filial en Siria, el Frente Al Nusra, se quedan política y militarmente fuera de juego en el conflicto sirio.
El EI difunde su idea en las redes sociales mediante un aparato de propaganda bien organizado, con unos medios técnicos sofisticados y un lenguaje perfectamente inteligible, en el que las citas coránicas y las metáforas de complejo contenido teológico, propias de Al Qaeda, dan paso a mensajes concretos, basados en la idea del califato como un fin y la yihad como un medio para obtenerlo.
Esas ideas calan hondo entre muchos jóvenes tanto en Oriente Medio o en Asia, como en Occidente, en varios de cuyos países habitan amplias comunidades de origen norteafricano, de religión musulmana en su mayoría.
No obstante, el Estado Islámico no exhorta (ni tampoco prohíbe) a sus seguidores a cometer atentados en Occidente, sino que prefiere extenderse paulatinamente mediante una acción de conquista, que debe empezar por las zonas donde actualmente está librando una guerra de la que puede sacar amplios réditos.
Por el contrario, Al Qaeda (y en esto su comportamiento no difiere mucho del de cualquier otra organización terrorista) comete atentados allí donde puede, pero con especial predilección por los países occidentales.
En Al Qaeda (y en esto sí hay diferencias con otras organizaciones terroristas), casi nunca hay directrices ni órdenes directas o verticales para cometer un atentado, sino que este, por definición, tendrá las «bendiciones» de la cúpula de la organización siempre y cuando dicha acción cumpla con los requisitos preestablecidos.
El criterio de Al Qaeda consiste en atemorizar a Occidente con acciones concretas que pretenden causar conmoción y pavor. No aspira a implantar el califato, ni ningún sistema político concreto, sino que busca que los occidentales se sientan atemorizados y cohibidos sus aliados en el mundo árabe y musulmán.
No obstante, a ninguna de las dos organizaciones le viene mal la comisión de atentados como el perpetrado contra «Charlie Hebdo» o el asesinato de una agente de la policía municipal francesa o el secuestro y toma de rehenes en una imprenta y un supermercado judío a las afueras de París.
El «modus operandi» de Al Qaeda se revela en la actuación de los hermanos Said y Cherif Kouachi, presuntos autores del atentado contra «Charlie Hebdo», al parecer los mismos de la toma de rehenes en la imprenta. Dan un golpe contra un medio de comunicación que había publicado varias viñetas satíricas en las que se mencionaba al profeta Mahoma y con ello creen «haber vengado» la ofensa inferida.
En realidad, nadie probablemente ordenó a los hermanos Kouachi cometer ese atentado. Lo hicieron en solitario pero sabiendo que contaban con el beneplácito de Al Qaeda y con las bendiciones del EI.
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