Cientos de policías armados patrullan el domingo las calles de los principales centros turísticos de Túnez tras el atentado islamista del viernes en Susa en el que murieron 39 extranjeros, la mayoría británicos. El Gobierno ha anunciado además un refuerzo de cientos de policías más en hoteles para garantizar la seguridad.
«Vamos a desplegar 1.000 policías armados para proteger los hoteles y a los turistas», afirmó el ministro del Interior de Túnez, Najem Gharsalli, en declaraciones a la prensa a última hora del sábado.
Desde el atentado del 26 de junio miles de turistas han salido del país, un duro golpe para el sector turístico, uno de los más potentes de la economía tunecina. El Ministerio de Turismo ha calificado el ataque de Susa como una catástrofe para el sector, que representa alrededor del 7 por ciento del Producto Interior Bruto del país.
Desde el levantamiento popular de 2011 para derrocar a Zine el Abidine Ben Alí, Túnez ha vivido una transición pacífica hacia la democracia, con una nueva constitución y elecciones libres. Hasta ahora ha sido considerado como un modelo para la región.
Pero su joven democracia también ha sido puesta a prueba por el auge de movimientos islamistas radicales, algunos de los cuales han recurrido a la violencia.
El Estado Islámico ha reivindicado el atentado de Susa. El responsable, Saif Rezgui, no figuraba en ninguna lista de extremistas potenciales conocidos. Al parecer podría haberse radicalizado en los últimos seis meses.
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