Una mujer, frente al Memorial Center. | Reuters

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El vigésimo aniversario de la masacre de Srebrenica, al que acudieron este sábado decenas de miles de personas en Bosnia oriental, se vio ensombrecido por una agresión contra el primer ministro serbio, Aleksandar Vucic.

El político fue alcanzado en la cabeza por varias pedradas, cuando decenas de personas le abuchearon y le tiraron objetos al salir del Centro Memorial de Potocari, según las imágenes de la televisión pública bosnia.

De acuerdo con la policía local, hasta ahora una persona ha sido detenida por el incidente.

«Dado que esperábamos algo así, infiltramos a varios agentes de paisano entre la muchedumbre y ellos reaccionaron de inmediato cuando comenzó el ataque», explicó a la prensa Dragan Lukac, ministro del Interior del ente serbio de Bosnia.

Unos 8.000 varones musulmanes fueron asesinados en julio de 1995 por tropas serbobosnias tras la caída, el 11 de julio, del enclave bosnio-musulmán de Srebrenica, protegido entonces por la ONU.

Esta masacre, por la que hasta ahora ha sido condenada una treintena de personas, es la peor vivida en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Decenas de miles de personas, entre ellas personalidades de unos 90 países y organizaciones internacionales, rindieron hoy homenaje a las víctimas de la matanza.

Tras la tensión vivida por el incidente contra Vucic, la situación se calmó cuando el respetado «mufti» de Sarajevo, Husein Kavazovic, intervino para pedir «dignidad» a los atacantes.

Instó a mirar «los féretros con las víctimas de la matanza», otras 136 que hoy fueron enterradas junto a las 6.241 que ya reposan en el cementerio de Potocari, cerca de Srebrenica.

Antes de llegar a Potocari, el primer ministro serbio había condenado la masacre, que calificó de «monstruoso crimen».

Eso sí, Serbia no reconoce que lo ocurrido fuera un «genocidio», como falló en 2007 la Corte Internacional de Justicia de La Haya.

«No hay palabras con las que uno puede expresar el lamento y la tristeza por las víctimas, ni la rabia y amargura hacia quienes cometieron ese monstruoso crimen», señaló Vucic, el primer jefe de Gobierno serbio en acudir a un acto conmemorativo en Srebrenica.

Las divisiones étnicas permanecen en los Balcanes, donde en la década de los noventa del siglo pasado hubo varias guerras.

La más sangrienta fue la de Bosnia-Herzegovina, que entre 1992 y 1995 enfrentó a bosnios musulmanes, serbios y croatas y dejó unos 100.000 muertos y cientos de miles de heridos y desplazados.

El alcalde de Srebrenica, Camil Durakovic, resaltó hoy los estragos que aún se viven en la ciudad, situada al extremo este de Bosnia y donde muchas madres siguen buscando restos de sus hijos.

Recordó que en nueve de los 136 ataúdes enterrados hoy hay restos de jóvenes que no tenían ni 18 años cuando fueron asesinados.

Por su parte, el expresidente de EEUU Bill Clinton, quien acudió a Srebrenica en nombre del Gobierno de Washington, pidió que el recuerdo de la matanza sirva para construir un futuro democrático y de unidad en Bosnia.

«Permitan que este monumento a los inocentes no sea sólo un recuerdo a la tragedia, sino que sea también un lugar sagrado donde puedan acudir todos y encontrar el futuro de su país, que sea un lugar de libertad, unidad, democracia y bienestar», dijo Clinton en el Centro Memorial de Potocari, donde tuvo lugar la ceremonia oficial.

Las víctimas fueron enterradas hoy según el rito islámico, durante un acto el que se leyeron los nombres de cada una de ellas.

El jefe espiritual de los musulmanes de Sarajevo pidió que se guarde la memoria de todas las víctimas «para que el mal nunca se repita».

«Srebrenica simboliza la esperanza de que ha llegado el fin de estos crímenes y de que las futuras generaciones ya no tendrán que congregarse en nuevos lugares de tragedias como ésta», resaltó Kavazovic.

El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) ha condenado hasta ahora a tres altos cargos militares serbobosnios a cadena perpetua por su responsabilidad en la matanza, mientras que el que fuera el líder político de los serbios en Bosnia, Radovan Karadzic, y su jefe militar, Ratko Mladic, todavía son procesados en La Haya.