El líder supremo supervisó personalmente este ensayo «de gran importancia histórica y estratégica» para el país, según la agencia estatal KCNA, que divulgó varias fotografías en las que se observa el motor despidiendo fuego sobre el banco de pruebas.
Kim Jong-un felicitó, según la agencia, a los científicos responsables del logro y afirmó que éste servirá para «infundir gran horror y terror en el corazón de los enemigos», en referencia a Estados Unidos y Corea del Sur.
El comunicado subraya que los nuevos motores de combustible sólido de sus misiles permitirán «reforzar notablemente la capacidad militar» del Ejército Popular, uno de los más nutridos del mundo al superar el millón de tropas.
Los expertos consideran que el desarrollo de este tipo de motores puede suponer un importante paso adelante en el polémico programa de misiles de corto, medio y largo alcance de Pyongyang.
Llenar los tanques de los misiles con combustible líquido -tal y como Corea del Norte hace actualmente- requiere de un largo periodo de tiempo, por lo que los satélites extranjeros que sobrevuelan la península pueden captar la operación y ayudar a predecir así el futuro lanzamiento de un proyectil.
En cambio, el combustible sólido permite cargar los proyectiles más rápido y mantenerlos durante largas temporadas almacenados -por ejemplo, en silos subterráneos cuya localización es difícil detectar- y listos para disparar.
Así, el nuevo logro anunciado por Corea del Norte ha generado una fuerte alarma en la vecina Corea del Sur, país con el que permanece en situación de enfrentamiento técnico desde la Guerra de Corea (1950-53).
El Ministerio de Defensa surcoreano aseguró que gracias a los nuevos motores Pyongyang podría llevar a cabo lanzamientos de misiles «con más frecuencia», aunque evaluó que el país comunista todavía se encuentra en «una etapa temprana» del desarrollo de cohetes con combustible sólido.
En todo caso, las Fuerzas Armadas surcoreanas preparan medidas de respuesta, afirmó un portavoz de Defensa, ante lo que consideran una nueva «provocación» del régimen de Kim Jong-un en un clima marcado por la tensión y las amenazas mutuas entre ambos países en las últimas semanas.
De hecho, la presidenta de Corea del Sur, Park Geun-hye, ordenó este jueves al gobierno incrementar el nivel de vigilancia y a las Fuerzas Armadas que se preparen para responder «de manera agresiva» a cualquier acción armada después de que Corea del Norte amenazara en la víspera con atacar la Casa Azul, residencia de la jefa de Estado de Seúl.
La tensión en la península coreana se ha venido intensificando desde que Corea del Norte llevara a cabo su cuarta prueba nuclear a principios de enero y el lanzamiento de un cohete espacial, considerado un ensayo de misiles encubierto, en febrero.
El Consejo de Seguridad de la ONU castigó ambas acciones con la resolución 2270, que impone al país fuertes sanciones financieras y comerciales, mientras EE.UU., Corea del Sur y Japón dictaron medidas punitivas adicionales de forma unilateral para tratar de ahogar la economía de su enemigo.
A esto se suma que Seúl y Washington llevan a cabo hasta finales de abril en territorio surcoreano unas maniobras militares a gran escala para coordinar la defensa ante el país comunista.
Corea del Norte, que considera estas maniobras un «ensayo de invasión» de su país, ha emitido en respuesta numerosas amenazas de guerra y ha realizado varios lanzamientos al mar de misiles de corto y medio alcance, el último de ellos el pasado lunes.
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