Miembros de las fuerzas de seguridad afganas toman posiciones en una carretera que conduce a la Universidad Americana de Kabul (Afganistán) este jueves 25 de agosto de 2016, tras el ataque al centro educativo por parte de un grupo de tres insurgentes. | Efe

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Diez horas de tiroteo convirtieron la Universidad Americana de Kabul en la madrugada de hoy en un campo de batalla lleno de cristales rotos en el que perecieron 17 personas, entre ellas siete estudiantes y un maestro.

Alrededor de 750 alumnos y profesores de la Universidad Americana de Kabul se encontraban en el recinto académico cuando a última hora de la tarde del miércoles una fuerte explosión rompía los cristales de las aulas en el inicio a un asalto que este jueves el presidente del país, Ashraf Gani, calificó de un «cobarde intento de entorpecer el progreso y el desarrollo de Afganistán».

Se trata del segundo ataque en menos de un mes contra la Universidad Americana, que ya vio cómo a comienzos de agosto un grupo de hombres armados no identificados secuestraba a dos profesores, uno estadounidense y otro australiano.

«El teléfono de la Policía está ocupado, necesitamos ayuda. Estamos en la habitación 02-01 o 02-03 en el edificio Bayat. Disparan en todas las clases. Somos 20 estudiantes», escribía en el momento del asalto uno de los alumnos en Facebook.

«¿Puede alguien llamar a la Policía? Estamos atrapados (...) Las ventanas están rotas y todos estamos heridos. Rezad por nosotros, chicos. ¿Hice algo malo? Quiero a mi familia», añadió poco después Anil Qasemi, quien finalmente lograría salir del recinto.

Un atacante suicida había lanzado un vehículo lleno de explosivos contra la barrera de la universidad, lo que abrió el paso para que otros dos insurgentes fuertemente armados penetraran en el recinto, abriendo fuego contra los que hallaban a su paso.

«Querían masacrar a los estudiantes», dijo el jefe de Policía de Kabul, Abdul Rahman Rahimi.

Para evitar la matanza, un grupo de respuesta rápida de las fuerzas especiales de la Policía se presentó en la universidad y, aula por aula, fue evacuando a los estudiantes mientras trataba de neutralizar a los dos atacantes.

Entre los agentes se encontraba el comandante Akbar Andarabi, vitoreado como un héroe por algunos estudiantes y las autoridades afganas tras ser abatido por los insurgentes.

«El comandante de las fuerzas especiales Andarabi murió y sacrificó su vida para salvar la de otros», remarcó en un comunicado Mohamed Hanif Atmar, asesor de seguridad nacional del presidente afgano, Ashraf Gani.

Una de las estudiantes que se encontraba en el recinto, y que pidió el anonimato, aseguró que Andarabi liberó a más de 200 alumnos, al ayudarles a escapar por las salidas de emergencia.

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El comandante gritaba «¡Estamos aquí para salvaros, no os preocupéis!», recordó la joven, que dijo estar «en shock» al saber que murió.

Además del comandante, otros dos policías y dos guardias de la universidad perecieron en el ataque, al igual que un vigilante del aledaño Instituto de la Vista Noor, que murió en el derrumbe del muro de esa institución por el efecto la explosión del coche bomba.

En total, junto a los siete estudiantes y un profesor, el balance de muertos se elevó a 17, contando a los tres atacantes.

También resultaron heridos nueve policías y 36 estudiantes y miembros del personal del centro.

El director de la universidad, Sharif Faiz, apenas podía pronunciar palabra este jueves al narrar lo sucedido entre sollozos.

«Ha sido un día horrible para nosotros (...) El ataque ha finalizado, abatieron a los insurgentes, pero han muerto siete estudiantes y un profesor», relató Faiz.

Este jueves en el exterior del recinto, un miembro del personal de la universidad, que pidió el anonimato, decía: «todos los cristales de la universidad están rotos».

Un alumno en la entrada de la universidad añadió, sin querer tampoco dar su nombre: «Muchos de mis compañeros de clase resultaron heridos en el ataque. La universidad es muy segura, no me explico cómo pudo suceder».

La principal agencia de inteligencia afgana, el Directorio Nacional de Seguridad (NDS, en inglés), advirtió de que sus investigaciones apuntan a que el ataque fue preparado al otro lado de la frontera, en referencia a Pakistán, al que Kabul culpa de forma reiterada de permitir a los insurgentes refugiarse en su país.

«Gani habló por teléfono con el general Raheel Sharif, el jefe del Ejército de Pakistán», subrayó en una nota la oficina del presidente.

Este ha sido un mes negro para la Universidad Americana en Kabul, después de que a comienzos de agosto un grupo de hombres armados no identificados secuestrara en Kabul a dos profesores, uno estadounidense y otro australiano, que trabajan en el centro.

El secuestro, que al igual que el ataque no ha sido reivindicado por ningún grupo, tuvo lugar el pasado día 7, cuando los profesores viajaban en un vehículo de la universidad de camino a su residencia y todavía se desconoce su paradero.