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El Gobierno de Colombia y la guerrilla de las FARC anunciaron este domingo en La Habana un nuevo acuerdo con el que confían en desbloquear el proceso de paz puesto que contiene un nivel de consenso mayor que el pacto inicial, rechazado por el pueblo colombiano en el plebiscito del 2 de octubre.

Un mes y diez días después de ese varapalo, las partes lograron un documento que incorpora buena parte de las aportaciones de los sectores que rechazaron el acuerdo inicial apenas días después de su firma, pero que «no sacrifica» el espíritu de aquel histórico pacto, según el jefe negociador del Gobierno, Humberto De la Calle.

Por el momento no se conocen todas las modificaciones hechas al acuerdo primigenio, aunque el contenido detallado de los ajustes estará disponible en internet a última hora de este sábado en la página web www.mesadeconversaciones.com.co, en tanto el texto completo será difundido la próxima semana.

«Atendiendo el clamor de los colombianos por concretar su anhelo de paz y reconciliación hemos alcanzado un nuevo acuerdo final», señala un comunicado de las partes leído en la capital cubana, que ha sido sede de los diálogos de paz durante los últimos cuatro años.

El nuevo documento, producto de nueve días de largas e intensas negociaciones en La Habana, fue firmado por los jefes negociadores del Gobierno, Humberto de la Calle, y la guerrilla, «Iván Márquez» (alias de Luciano Marín Arango), en presencia del ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez.

Las partes renegociaron un total de 57 puntos, concretados en las últimas semanas durante el proceso de diálogo político que el Gobierno colombiano abrió con los sectores que defendieron el «no» en el plebiscito.

Sin embargo el exmandatario Álvaro Uribe, uno de los principales exponentes del «no», pidió este domingo al presidente Juan Manuel Santos que el nuevo acuerdo sea presentado a la oposición y a las víctimas del conflicto armado antes de darlo como «definitivo».

Antes de publicarse los cambios concretos que introduce este documento respecto al anterior, el jefe negociador del Gobierno avanzó algunas inclusiones relevantes, entre ellas que durante el término de la dejación de armas las FARC presentarán un inventario de su patrimonio para destinarlo a indemnizaciones a las víctimas.

El nuevo acuerdo elimina la incorporación del pacto a la Constitución colombiana e incluye la mayoría de las aportaciones formuladas al capítulo de la Jurisdicción Especial para la Paz, entre las que resalta la concreción de las características y mecanismos de la restricción efectiva de la libertad.

De esa forma se fijan los espacios de restricción de libertad para los responsables de delitos de sangre que cooperen con la Justicia.

En el nuevo texto se definen los «espacios concretos en donde deben estar los sancionados durante la ejecución de la pena» así como el tamaño específico que tendrán, que será el mismo de las Zonas Veredales Transitorias de Normalización (ZVTN), los puntos donde se reunirán las FARC como paso previo a su desmovilización.

Asimismo define qué se entiende por enfoque de género, incluye un principio de respeto a la igualdad y no discriminación y establece «el compromiso de respetar el principio de sostenibilidad de las finanzas públicas» a la hora de aplicar el acuerdo. El documento precisa asimismo la forma en que las FARC cooperarán en la lucha contra el narcotráfico.

«Dije que el acuerdo del 26 de septiembre era el mejor acuerdo posible (...). Hoy con humildad reconozco que este acuerdo es mejor», aseveró tras la firma del acuerdo Humberto De la Calle, quien destacó que concretar el nuevo pacto conllevó «un ejercicio leal de democracia y diálogo» y confió en que «la base de apoyo que recoja lo haga más sólido».

También consideró que «no hay más tiempo que perder» y resaltó que los negociadores del Gobierno están convencidos «de que este documento señala caminos viables y posibles para acabar con tantas décadas de conflicto en Colombia».

Mientras, «Iván Márquez, el jefe negociador y número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), aseguró que en el nuevo pacto la guerrilla ha cedido hasta los «límites de lo razonable y aceptable» y pidió que su firma en La Habana inicie la construcción del «país de la concordia».

«De nuestra parte hemos cedido, incluso extendiendo las fronteras que nos habíamos trazado, desplazándolas hasta los límites de lo razonable y aceptable para una organización político-militar cuyas armas no fueron vencidas», afirmó.

Las partes negociadoras han invitado «a toda Colombia y a la comunidad internacional, siempre solidaria en la búsqueda de la reconciliación, a acompañar y respaldar» el nuevo pacto «y su pronta implementación para dejar en el pasado la tragedia de la guerra» pues, coinciden, «la paz no da más espera».