Unas 1.500 personas estaban presentes en el Bataclan cuando comenzó, minutos después de las 21.00 locales (20.00 GMT), el espectáculo de Sting precedido de un minuto de silencio.
Antes de acceder, los espectadores (entre los que había varios centenares de los que habían estado allí mismo el día de los atentados o miembros de sus familias) tuvieron que pasar hasta cuatro controles de seguridad.
De hecho, en el exterior del edificio, decenas de policías armados con metralletas habían establecido un perímetro que impedía acercarse a varias decenas de metros de la fachada a cualquiera que no tuviera una entrada, y los coches no podían circular en una manzana alrededor.
Aparte de las decenas de periodistas que tenían sus platós bajo pequeñas carpas, pocos curiosos acudieron hasta ese perímetro de vallas, desanimados también por una lluvia fría que añadió un toque de melancolía al ambiente, al que contribuía igualmente un pequeño altar con ramos de flores y velas junto al parterre del Canal Saint Martin que pasa por allí.
En representación del Gobierno francés estuvo la ministra de Cultura, Audrey Azoulay, que dijo a la prensa que esta noche el Bataclan iba a ser «la mayor sala de espectáculos de Francia y tal vez del mundo» e insistió en lo «importante» que resultaba que la vida volviera.
Antes del concierto, las fuerzas del orden han llevado a cabo un peinado y un registro minucioso en el interior, lo que incluyó el paso de los artificieros también en los subterráneos. Además, se instalaron 14 cámaras de vigilancia tanto dentro como fuera.
Entre los espectadores (las entradas que se pusieron a la venta se terminaron en unos minutos), había una cuarentena de medios de comunicación, y eso que se habían rechazado cientos de demandas de acreditación.
En un café próximo a la sala de espectáculos, se organizó un servicio de atención psicológica para aquellos supervivientes o familias de víctimas que pudieran necesitarlo.
Concierto
Sting llegó dos horas y media antes del inicio para unos ensayos. El concierto se había programado con una duración de una hora, centrado en el último disco del músico británico.
Su entorno había anticipado que iba a pronunciar unas palabras en francés para recordar el ataque del 13 de noviembre del pasado año, que sólo en esta sala de fiestas había causado 90 muertos y cientos de heridos.
Sting, que había actuado una vez en el Bataclan, en 1979, no recibe ni un euro por este concierto, ya que ha decidido que sus honorarios se destinen a dos organizaciones de ayuda a las víctimas.
El concierto será emitido sólo en diferido por la televisión pública francesa, una primera vez después de la medianoche del domingo y luego el lunes por la noche, en horario de máxima audiencia.
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y los beneficios que han dado las entradas sting los ha dado para los familiares de las victimas del cruel atentado.