En una de las semanas más convulsas que ha vivido el Reino Unido últimamente, hizo su aparición en el país el presidente estadounidense, Donald Trump, rodeado de una gran hostilidad ciudadana, puesta de manifiesto en numerosas protestas.
El mandatario llegó este jueves a Londres procedente de Bruselas, donde asistió a la cumbre de la OTAN, no sin antes poner en cuestión la política sobre la salida del Reino Unido de la Unión Europea de la primera ministra británica, Theresa May.
«No sé si votaron por eso», manifestó Trump en una rueda de prensa en la capital belga, en referencia al Libro Blanco sobre el «brexit» que el Gobierno presentó en la Cámara de los Comunes y que provocó la dimisión de dos de sus principales ministros, partidarios de un «brexit» más duro.
«La gente votó para separarse (de la Unión Europea), así que me imagino que eso es lo que harán, pero tal vez tomen un camino diferente», agregó.
Unas dudas que la «premier» pretende disiparle el viernes durante la reunión que mantendrán, en la que quiere actualizar al estadounidense sobre esa propuesta y sobre en qué punto se encuentran las negociaciones con Bruselas.
A las 13.51 hora local (12.51 GMT) Donald Trump, acompañado de su esposa, Melania, llegó al aeropuerto de Stansted, al norte de la capital británica, sin importarle la desaprobación que su visita ha causado a parte de la sociedad británica.
«Está bien», comentó momentos antes de partir al Reino Unido sobre las manifestaciones convocadas por su presencia, al tiempo que aseguró que «gusta mucho» en el país y opinar que comparten sus visiones sobre inmigración.
Con todo, la visita se ha organizado de tal manera que el mandatario y su mujer pasen el menor tiempo posible en Londres para evitar mayores protestas.
Así, la reunión de este viernes con May se producirá en Chequers (sureste inglés), en lugar de en su residencia de Downing Street, mientras que la reina Isabel II le recibirá para tomar el té en el castillo de Windsor, al sur de Londres, para evitar el céntrico palacio de Buckingham.
Además, Trump y su esposa se trasladaron hasta el condado de Oxfordshire, a casi cien kilómetros de la capital, para cenar con la primera ministra y con un grupo de más de cien empresarios de todos los sectores.
El escenario elegido para la cena de gala fue el palacio de Blenheim, donde en 1874 nació el que fuera primer ministro del Reino Unido durante la II Guerra Mundial, Winston Churchill, muy admirado por Trump.
A su llegada a la velada, el mandatario fue recibido por manifestantes de la plataforma Stop Trump Coalition que, equipados con pancartas y pitos en la calle, expresaron su desaprobación con la presencia del presidente.
Pero, a su llegada al palacio los pitidos se tornaron en agasajos y el presidente y su mujer, vestidos de etiqueta tal y como dictaba el protocolo, fueron recibidos con una vistosa y sonora ceremonia militar.
La cena consistió en un menú de lo más patriótico, con salmón escocés, filete de ternera inglesa y fresas con helado y, durante la velada, May reivindicó los fuertes lazos que unen al Reino Unido y a Estados Unidos.
«El idioma, los valores y la cultura que comparten el Reino Unido y Estados Unidos inspiran respeto mutuo y hacen que las dos naciones sean no solo las más cercanas aliadas, sino las más queridas amigas», aseguró.
La «premier» aprovechó la ocasión también para tender la mano al mandatario estadounidense a forjar un acuerdo «sin precedentes» una vez el Reino Unido abandone la Unión Europea el 29 de marzo de 2019.
Donald Trump y su mujer pasarán la noche hoy en Winfield House, la residencia oficial del embajador de Estados Unidos en Londres, Woody Johnson.
2 comentarios
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Y en la cumbre de la Otan presionando para que le compremos mas armamento.Go home y que os friais alii.
trump go home