Mohammed bin Salman. | Reuters

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El heredero al trono saudí, Mohammed bin Salman, está en el centro del escándalo desatado por la desaparición del periodista Yamal Jashogi el pasado 2 de octubre después de entrar en el consulado de Arabia Saudí, y del que jamás se le vio salir.

Los medios estadounidenses como The New York Times y The Washington Post apuntan a que cinco de los 15 sospechosos implicados en la misteriosa desaparición del comunista pertenecen al círculo más íntimo del príncipe, además de que once de ellos estarían vinculados a los servicios de seguridad del país árabe.

Pero cuando las sospechas de que Yamal fue asesinado dentro del consulado son cada vez más plausibles, a falta de otra explicación, y cuando el dedo acusatorio apunta a la implicación de la propia monarquía saudí, el presidente de Estados Unidos Donald Trump ha enviado a su responsable de Exteriores Mike Pompeo a Riad y a Ankara para 'buscar' respuestas, pero al mismo tiempo ha concedido a Arabia Saudí el beneficio de la duda y ha pedido no apresurarse a la hora de sacar conjeturas y culparles de la desaparición de Jashogi.

Materiales tóxicos y recién pintados

En medio de todo este revuelo, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan ha afirmado este martes que los investigadores, que estuvieron más de nueve horas en el consulado saudí de Estambul, han encontrado productos tóxicos y otros materiales en los que se acababa de pintar por encima. «Espero que podamos llegar a conclusiones que nos lleven a una opinión razonable cuanto antes, porque la investigación está examinando muchas cosas como los materiales tóxicos y los materiales que han sido eliminados por pintar encima», ha asegurado Erdogan.

Huída del cónsul

Asímismo, y para añadir más leña al fuego y más trama de película de intriga a esta historia, el cónsul general saudí, Mohamad Otaibi, huyó de Estambul a última hora de este martes rumbo a Riad a bordo de un avión comercial y unas horas antes de que los investigadores procedieran al registro de su residencia. La situación podría tensar aún más las relaciones entre Turquía y Arabia Saudí, dañadas en 2017 cuando Ankara decidió mantenerse del lado de Qatar tras la imposición de un bloqueo a Doha por parte de varios países de la región, encabezados por Riad.

Pompeo, que el martes aseguró tras su entrevista con la monarquía saudí que ésta se habían comprometido «a responsabilizar a cualquier persona que pueda ser considerada culpable, ya sea un oficial o un funcionario», ha viajado este miércoles a Turquía para continuar 'buscando' respuestas. Pero las advertencias del presidente Trump para no culpabilizar a Arabia de nada hasta que no haya pruebas, a pesar de que los indicios que se acumulan en su contra, hace temer que el republicano esté más ansioso por contener que por afrontar las consecuencias que podría acarrear un enfrentamiento directo con Arabia Saudí, su principal aliado en la región.

Y es que, entre tanto, Estados Unidos prepara una nueva ronda de sanciones contra su máximo enemigo ahora mismo: Irán. Para que tenga efectos, Washington necesita el apoyo y la presión de la monarquía saudí, por lo que un conflicto diplomático con su aliado árabe en estos momentos es lo que menos podría interesar a la Casa Blanca, más allá de los intereses económicos en uno de los países con mayores recursos y reservas de petróleo y gas. «Somos aliados fuertes y viejos. Enfrentamos nuestros desafíos juntos: el pasado, el día de mañana «, ha dicho el príncipe Mohammed durante su encuentro con el responsable de la diplomacia de Estados Unidos. «Absolutamente», le respondió Pompeo mientras posaban para las fotos y hablaban de manera amistosa y relajada.

Horas más tarde, en una entrevista concedida por Trump a AP, dijo que los saudíes estaban siendo tratados injustamente y comparó el caso con el de la situación del juez Brett Kavanaugh, que fue acusado de agresión sexual durante su proceso de confirmación para el puesto vitalicio en el Tribunal Supremo. Apenas el día antes, el presidente había prometido no dejar nada sin descubrir en el caso Khashoggi. Ahora parece más dispuesto a evitar los daños que un incidente diplomático pudiera causar en las relaciones con Arabia Saudí, que en saber realmente qué sucedió y que esto implique consecuencias políticas e incluso sanciones contra el reino árabe.

Por su parte, los ministros de Exteriores de Estados Unidos, Canadá, Francia, Alemania, Italia y Japón, así como la Alta Representante de Política Exterior de la UE, se han unido este miércoles para expresar su «preocupación» por la desaparición del periodista y han instado a Arabia Saudí a realizar una investigación «creíble». «Seguimos muy preocupados por la desaparición del periodista saudí Jamal Khashoggi.

Las personas responsables de su desaparición deben rendir cuentas», reza el comunicado, en el que los firmantes no especulan con lo que puede haber ocurrido tras la visita del reportero al consulado saudí en Estambul el 2 de octubre. Sí han reclamado, no obstante, «colaboración» entre Turquía y Arabia Saudí para esclarecer los hechos, con un llamamiento específico a este último país para que realice una investigación «completa, creíble, transparente y rápida» sobre el caso, «tal como ha anunciado». Los países del G7 y la jefa de la diplomacia europea han aprovechado también para reiterar su «compromiso» con la defensa de las libertades de expresión y prensa.

Uno de los firmantes, el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, ha aterrizado precisamente este miércoles en Ankara, donde tiene previsto verse con el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, para tratar el tema.

Khashoggi es un antiguo editor de diarios saudíes que reside en un exilio autoimpuesto en Estados Unidos. Como periodista ha entrevistado al fallecido líder de Al Qaeda Osama bin Laden. The Washington Post ha publicado una columna en blanco bajo su nombre. Asimismo, Jamal ha escrito varias columnas criticando las políticas saudíes hacia Qatar y Canadá, así como la intervención de la guerra en Yemen y la represión contra activistas y medios de comunicación del país.