«Llevó varias horas encontrar a los cadáveres, ya que estaban enterrados bajo los edificios. Las carreteras permanecen cortadas en la zona mientras están siendo limpiadas, pero la situación está volviendo a la normalidad», explicó el doctor Mohamed Abshir, del hospital de Madina.
El estallido tuvo lugar alrededor del mediodía a la entrada del restaurante Bilsen, localizado en la avenida de Al-Mukarama y muy próximo al hotel Weheliye, informó a Efe en el lugar de los hechos el jefe de policía Abdi Nuur Ali.
El servicio de ambulancias somalí Aamin, dirigido por particulares sin el apoyo de fondos estatales, ha sido el primero en llegar al lugar de los hechos y socorrer a los heridos, que han sido transportados a hospitales cercanos.
Próximos al popular restaurante, otros negocios colindantes como un salón de belleza y un supermercado han quedado muy dañados tras la explosión.
Aunque nadie ha reivindicado todavía la autoría de este ataque, el grupo yihadista Al Shabab suele perpetrar este tipo de atentados con coche bomba contra establecimientos de ocio y edificios gubernamentales.
Esta organización terrorista, que se afilió en 2012 a la red internacional de Al Qaeda, controla parte del territorio en el centro y el sur del país y aspira a instaurar en Somalia un Estado islámico de corte wahabí.
«Somalia es un país en el que el Gobierno compite por el poder, mientras que los civiles mueren en las calles en este tipo de ataques, sin que se realice ninguna investigación», dijo el diputado opositor Mohamed Isak Ali tras el atentado.
Este parlamentario culpó al Gobierno somalí de no dar una respuesta adecuada a la amenaza terrorista y de dedicar sus esfuerzos a «la marginalización de los grupos opositores».
El pasado 23 de marzo, al menos 11 personas murieron y otros 17 resultaron heridas en diversas explosión en varios puntos de la ciudad, donde terroristas Al Shabab ocuparon un ministerio del Gobierno somalí, y entre las víctimas, acabaron con la vida del viceministro de Trabajo, Saqar Ibrahum Abdalla.
Somalia vive en un estado de guerra y caos desde 1991, cuando la caída del dictador Mohamed Siad Barre dejó al país sin Gobierno efectivo y en manos de milicias islamistas y señores de la guerra.
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