Doña Letizia inició la caminata en la Plaza San Francisco de Asís, en el corazón de La Habana Vieja, acompañada por la esposa del presidente cubano, Lis Cuesta, con quien ya coincidió horas antes en el Palacio de la Revolución durante el recibimiento oficial del mandatario Miguel Díaz-Canel al rey.
Cuesta, que oficialmente trabaja en una agencia estatal de turismo cultural, no recibe el título de primera dama cubana - visto en la isla comunista como un remanente burgués-, no cumple agenda en solitario durante los viajes internacionales de su marido y su papel se limita a acompañar a las esposas de los dignatarios visitantes.
Bajo un protocolo más relajado, ambas cambiaron el atuendo de la ceremonia oficial y optaron, en el caso de Letizia, por un sencillo vestido color marfil, y en el de Cuesta, por un modelo hasta el tobillo con motivos de flores azules y manga larga, combinados en los dos casos con sandalias de esparto de estilo español.
La reina recorrió una pequeña porción de la calle Oficios, entre las más antiguas de la villa, que en unos días cumplirá 500 años, e hizo una pequeña parada en la escuela taller de oficios «Gaspar Melchor de Jovellanos», fundada en 1992 con apoyo de la Agencia Española de Cooperación Internacional.
Dentro, doña Letizia se interesó por las clases impartidas a los estudiantes, que se forman en especialidades que van desde albañilería, carpintería y fontanería hasta restauración general, arqueología y forja, habilidades que los califican para trabajar en las continuas obras de recuperación en la ciudad.
La escuela sigue un modelo creado en España en la década de 1980 para recuperar oficios tradicionales y formar especialistas que luego contribuyan a la restauración de las urbes históricas, y desde su apertura hace 27 años han pasado por sus aulas más de 1.700 alumnos.
Desde la institución, Doña Letizia y Lis Cuesta se dirigieron hacia la cercana Plaza Vieja, ejemplo de la labor restauradora impulsada por el Historiador de La Habana, Eusebio Leal, y donde conviven en armonía escuelas, florecientes bares y restaurantes privados, varios museos y comercios.
En los grandes portales coloniales, Letizia se detuvo por un momento a escuchar las explicaciones de los especialistas de la Oficina del Historiador, momento aprovechado por habaneros y visitantes para tomar imágenes y elogiar a gritos a la reina.
«No me puedo creer que hayamos coincidido con ella aquí. Soy republicano hasta la médula, pero me tengo que llevar esta foto», contó sorprendido a Efe un turista canario, que llegó a la plaza junto a los grupos de viajeros que recorrían La Habana Vieja casi codo a codo con la comitiva oficial.
Para Anamari, una estudiante cubana de preuniversitario, la reina española es «más linda en persona que en la televisión». Tiene tremendo swing (salero)», aseguró antes de tomar una foto con su móvil «para enseñarla en el aula y ser la envidia de todos».
De regreso, Doña Letizia y Lis Cuesta entraron a la Basílica de San Francisco de Asís, que funciona hoy como sala de conciertos y fue una de las primeras obras restauradas con la participación de los graduados de la escuela taller «Gaspar Melchor de Jovellanos».
En una de sus fachadas, ambas se hicieron una foto de familia con una representación de los más de 150 estudiantes y profesores de la institución.
Los reyes de España llegaron ayer, lunes, por la tarde al aeropuerto de La Habana, y este martes arrancaron la agenda oficial de la histórica visita con el tradicional tributo al prócer independentista cubano José Martí, antes de las conversaciones oficiales con el presidente Díaz-Canel.
Es la primera visita de carácter bilateral de un rey español a la antigua colonia, si bien Juan Carlos I, con la reina Sofía, estuvo en la isla en noviembre de 1999 para participar en la cumbre iberoamericana.
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