Medios estadounidenses han reportado en las últimas semanas filas en las armerías de Estados Unidos, con las ventas doblándose respecto al mes anterior en la mayoría de estados o incluso triplicándose en sitios como Michigan, que sufre un importante brote de COVID-19.
The New York Times comparó la compra de armas por parte de los estadounidenses con la acumulación de papel higiénico o conservas enlatadas y afirmó que «se están preparando para un futuro incierto», «temerosos de que la pandemia pueda provocar disturbios».
Los picos anteriores de compras ocurrieron en momentos en los que los estadounidenses veían amenazado su derechos a obtener armas, sobre todo por los esfuerzos del expresidente Barack Obama (2009-2017) de restringir su venta.
El récord de enero de 2013 ocurrió después de que un Obama recién reelegido anunciase medidas de control de armas en respuesta al tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook de Connecticut, que dejó 26 muertos.
Las cifras son un estimado calculado a través de los controles de antecedentes que el FBI realiza a los compradores, aunque hay estados y ferias que no requieren ese trámite, por lo que el número es mayor.
Sobre la coyuntura actual por la pandemia mundial, el profesor de Derecho de la Universidad Estatal de Georgia, Timothy Lytton, dijo a The New York Times que la gente «pueden tener ansiedad por protegerse si los organismos del Estado comienzan a erosionarse».
«La gente está nerviosa de que haya un cierto desorden civil que podría surgir si un gran número de personas enferman y un gran número de instituciones dejan de funcionar con normalidad», afirmó.
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