«Si con Alexéi ocurre algo terrible, su muerte recaerá sobre su conciencia y la de (el presidente ruso, Vladímir) Putin», escribió Yulia Naválnaya, esposa del opositor, dirigiéndose al jefe de la cárcel en Instagram.
Después de que Navalni comunicara anoche en las redes sociales que se encontraba mal, el diario ruso Izvestia informó de que el opositor había sido trasladado a la enfermería del centro penitenciario número 2 de Vladímir, a unos 100 kilómetros de Moscú.
CORONAVIRUS Y TUBERCULOSIS
Navalni, que se queja desde hace semanas de un fuerte dolor de espalda y problemas para caminar, dijo que tenía 38,1 grados de fiebre y una fuerte tos. «Este hombre está gravemente enfermo», alertó Olga Mijáilova, su abogada, quien culpó a la dirección de la prisión de la situación.
El opositor, al que hoy la prisión volvió a denegarle la posibilidad de ser examinado por un médico independiente, contribuyó al pánico en las filas de sus correligionarios al escribir que tres de sus compañeros de dormitorio habían contraído tuberculosis.
«En el dormitorio somos 15, así que el 20 por ciento enfermó (de tuberculosis). ¿Y qué? Creen que esto es una emergencia y que aúllan las sirenas de las ambulancias. Seguro, a freír espárragos todo el mundo. A los jefes sólo les interesa una cosa, cómo ocultar las estadísticas», comentó.
Su aliada, la doctora Anastasía Vasílieva, se mostró «muy asustada» por el deterioro de la salud del opositor, que se encuentra en huelga de hambre desde hace una semana, y recordó que «en todas las cárceles rusas hay tuberculosis». «Es muy posible que haya contraído la covid-19. Puede ser tuberculosis, no lo descarto. Tiene una inmunidad baja», aseguró.
DETENCIONES FRENTE A LA PRISIÓN
Vasílieva, líder de la Alianza de Médicos, un sindicato que denunció la mala gestión gubernamental de la pandemia, se personó en la prisión, que se encuentra en la localidad de Pokrov, con un grupo de sanitarios para atender personalmente a Navalni.
«Imagínese, un hombre con dolor en la espalda, entumecimiento en las extremidades, que no comprende lo que le ocurre. No le dejan ver a un médico. Y encima tiene temperatura y tos. ¿Qué puede hacer? La huelga de hambre está totalmente justificada (...), no tiene otros métodos de protesta. Aquí lo quieren matar», señaló a la prensa.
Los sanitarios intentaron entrar en el recinto, pero los vigilantes de la prisión les denegaron el acceso y también rechazaron la solicitud oficial que escribió Vasílieva sobre el capote de un coche.
Un policía les pedía a los presentes por megáfono que se dispersaran, mientras dos uniformadas grababan la acción con cámara y móvil.
Al cabo de un rato, en la entrada se personaron varios autobuses policiales y los agentes procedieron a detener a nueve activistas y sanitarios, además de varios reporteros, al considerar la acción una protesta no autorizada.
Entre los detenidos figuran la propia Vasílieva, varios sanitarios con batas blancas y reporteros como el corresponsal del canal CNN, Matthew Chance, que fue posteriormente puesto en libertad.
El Ministerio de Exteriores justificó las detenciones con el argumento de que los presentes, incluido los reporteros estadounidenses, obstruían el funcionamiento de la prisión y se negaron a obedecer a las fuerzas del orden.
AMNISTÍA INTERNACIONAL SE DIRIGE A PUTIN
Los aliados de Navalni denuncian que los servicios penitenciarios están matando «lentamente» al político, que ya estuvo en coma en agosto de 2020 tras ser envenenado con un agente químico.
Se les sumó hoy en su lucha la secretaria general de Amnistía Internacional, Agnes Callamard, quien dijo haber enviado una carta al presidente ruso, Vladímir Putin, acerca de la «detención arbitraria de Navalni y su deterioro de la salud». «Hay una posibilidad real de que Rusia le esté sometiendo a una muerte lenta. Hay que garantizar el acceso inmediato de los médicos de confianza (a Navalni) y ponerle en libertad», escribió en Twitter. Callamard, cuya organización retiró de la lista de presos políticos a Navalni, recordó que «Navalni fue envenenado». «Pocos sobreviven a ello. Su condición médica requiere un cuidado especial. En vez de eso, es sujeto a condiciones carcelarias como privación de sueño...», apuntó.
Al respecto, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aseguró hoy que, si realmente se confirma que Navalni sufre «una enfermedad, se garantizará el tratamiento adecuado».
Mientras, Navalni, de 44 años, insistió en que continuará la huelga de hambre. «Tengo el derecho por ley a ser visto por un especialista por mi cuenta y riesgo (...), ya que de los médicos de la cárcel te puedes fiar igual que de la televisión pública», aseveró.
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