Un carguero lleva gas licuado a Eemshaven, Países Bajos. Con las terminales flotantes de gas, el gas licuado (GNL) llena la red del país centroeuropeo. | Reuters

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El bombeo de gas a través del gasoducto Nord Stream, que conecta Rusia con Alemania por debajo del mar Báltico, se reanudará cuando esté reparada la turbina por parte de Siemens Energy en virtud del «trabajo contractual» que debe efectuar, dijo el ministro de Energía ruso, Nikolái Shulginov. El flujo se reanudará «tan pronto como se resuelva el problema de acuerdo con la obligación contractual de reparar la turbina», en la que se detectó una fuga de aceite durante labores de mantenimiento, dijo el político durante el VII Foro Económico Oriental que se abrió hoy en Vladivostok, según la agencia oficial TASS.

Rusia insiste en que debe ser Siemens Energy la que repare la turbina de la estación compresora de Portovaya, en la región de Leningrado, la única que estaba aún en funcionamiento, pues solo puede ser arreglada en un taller especializado, como el de Canadá de la empresa germana. Allí ya se reparó otra turbina que falló, pero pese a autorizar Ottawa su devolución a través de Alemania como una excepción a las sanciones occidentales impuestas a Moscú por su intervención bélica en Ucrania, aún no ha regresado a Portovaya porque Moscú exige un certificado de que el aparato no está afectado por las restricciones.

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Siemens ha dicho que la fuga de aceite no es un motivo técnico para parar totalmente el gasoducto como hizo Gazprom el pasado viernes, ya que el problema puede ser sellado «in situ». Además, aseguró, hay suficientes otras turbinas disponibles. Gazprom insistió la víspera en que habría una amenaza de explosión o incendio en la estación compresora de Portovaya si se reanudase el suministro de gas a través del Nord Stream. «La explotación de esa unidad compresora sin subsanar los fallos detectados crea un riesgo de incendio o explosión, lo que repercute en la seguridad industrial de toda la estación», señaló en su canal de Telegram.

Gazprom aseguró que las temperaturas en la superficie de un compresor de una turbina de gas por donde pasan las conexiones de los cables pueden alcanzar los 300 grados. El Kremlin y Gazprom han enfatizado que son las sanciones las que generan los problemas en la estación compresora pues no hay repuestos si falla una turbina y las reparadas no pueden regresar a Rusia por las restricciones occidentales. En este sentido Moscú ha insistido en que en estas circunstancias los problemas en el gasoducto seguirán ocurriendo y, que, visto lo ocurrido con la turbina reparada en Canadá, el motor afectado ahora no podrá ser reparado si no se levantan las sanciones.

«No podemos decir cómo se llevarán a cabo los trabajos de reparación, porque las sanciones lo impiden», reiteró hoy en Vladivostok el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, a los medios rusos, según la agencia Interfax. «Gazprom ha confirmado repetidamente su fiabilidad como garante de la seguridad energética del continente europeo e incluso en un contexto más amplio, pero las sanciones impuestas por la Unión Europea, el Reino Unido, EEUU y Canadá, en realidad hicieron inoperante el sistema para el mantenimiento de componentes y el conjunto de turbinas que proporciona el bombeo», reiteró. «¿Cómo se desarrollarán las cosas? En el sentido tecnológico, probablemente es mejor preguntar a Gazprom», dijo Peskov.

Punto de vista
Antoni Agüera

Democracia o calefacción

Antoni Agüera

La dicotomía se plantea dura. Al principio de la invasión de Ucrania todo Occidente, incluida Europa, respondió con voz unánime y firme con sanciones a Rusia. Hoy su efecto ha quedado algo diluido, y algunos sectores de la opinión pública occidental empiezan a plantear la necesidad de abordar un alto el fuego en Ucrania que reconduzca las cosas a su senda.

Lidiar con una inflación desatada no es sencillo. Más cuando los países centroeuropeos ven peligrar su abastecimiento energético de cara a un invierno que se espera riguroso. No deberían los gobernantes tener que escoger entre democracia o calefacción. Sin embargo, los líderes democráticos de Europa están expuestos al veredicto de las urnas y por ello pueden sufrir y quemarse con el descontento social. Putin no.