Un alto el fuego facilitado por Rusia no se ha cumplido hasta ahora, aunque hay una reducción importante en la intensidad de los bombardeos, según Armenia. Armenia y Azerbaiyán, enfrentados desde la década de 1980 por Nagorno Karabaj -reconocido internacionalmente como territorio azerbaiyano pero poblado por armenios étnicos- se acusan mutuamente de los ataques fronterizos, que se repiten esporádicamente. Sin embargo, el de ahora es el más grave no sólo desde el fin de la guerra de 44 días de otoño de 2020 por el control del enclave separatista, en la que Azerbaiyán derrotó a Armenia, sino también en la frontera común.
Los dos países nunca han delimitado la frontera al enzarzarse en el conflicto karabají antes de la desintegración de la URSS. Según Ereván, en los ataques fallecieron al menos 49 militares armenios y tres civiles resultaron heridos. Bakú aseguró que entre las filas azerbaiyanas hubo también pérdidas, pero sin concretar el número. La versión de Armenia es que el Ejército azerí atacó en siete direcciones e «intentó avanzar», en tanto que Azerbaiyán afirma que sus tropas tuvieron que tomar «medidas de respuesta decisivas» para suprimir el fuego armenio y actos de sabotaje en tres lugares.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinián, pidió inmediatamente la activación del Tratado de Amistad, Cooperación y Asistencia Mutua firmado entre Ereván y Moscú en 1997 y que incluye la posibilidad de asistencia militar por parte de Rusia. Rusia tiene desde mediados de los años 1990 una base militar en la ciudad armenia de Giumri, en el noreste. Durante la última guerra en Nagorno Karabaj, cuyo alto el fuego también facilitó Rusia, las autoridades armenias no pudieron recurrir al Kremlin, porque los combates se desarrollaron en territorio internacionalmente reconocido como azerbaiyano.
Pashinián también pidió ayuda a la alianza militar postsoviética liderada por Rusia, la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), que intervino en enero pasado con tropas de pacificación en Kazajistán, y al Consejo de Seguridad de la ONU. Rusia, lejos de hablar de una posible intervención militar, recalcó que el conflicto entre las dos partes debe ser resuelto «exclusivamente a través de medios políticos y diplomáticos». Además sostuvo que las cuestiones fronterizas deben ser abordadas en el marco de la comisión bilateral con la asistencia de Moscú. La OTSC, que agrupa seis antiguas repúblicas soviéticas (Rusia, Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán) dijo a su vez que había activado «los mecanismos para el arreglo de la situación», sin revelar más detalles. No obstante, insistió en que es «inaceptable» el uso de la fuerza.
Francia anunció entretanto que llevará el enfrentamiento al Consejo de Seguridad de la ONU, donde ejerce ahora la presidencia. Para Europa y sobre todo Rusia un nuevo frente en el Cáucaso Sur sería el peor momento debido a su guerra en Ucrania. «Rusia solo tiene herramientas políticas en la región para llamar a las partes a la paz. No tiene recursos militares. 2.000 de sus fuerzas de paz en el Karabaj y una base militar en Armenia no son un recurso que Rusia pueda usar», dijo a Efe el director del Instituto del Cáucaso con sede en Ereván, Alexandr Iskanderián.
El analista de seguridad regional Vajtang Maisaya señaló a su vez que «Azerbaiyán, al darse cuenta de que Rusia se debilitaba en la guerra con Ucrania, pasó a la acción», porque confía en que Rusia no enviará sus tropas para luchar por Armenia. El exministro de Exteriores de Azerbaiyán Tofik Zulfugarov sostuvo que «no está en los intereses de Rusia, dadas sus dificultades en Ucrania, complicar las relaciones con Azerbaiyán y el principal aliado de Azerbaiyán: Turquía». Las llamadas internacionales se sucedían entre Pashinián y el liderazgo francés, estadounidense, comunitario y ruso, en tanto que el equipo del presidente azerbaiyano, Ilham Alíev, se comunicó con Moscú y Ankara, el gran aliado que ayudó política y militarmente a Bakú a derrotar a Armenia en Nagorno Karabaj hace dos años.
El ministro turco de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, urgió a Armenia a «cesar sus provocaciones y centrarse en las negociaciones de paz y cooperación con Azerbaiyán». El choque renovado entre Armenia y Azerbaiyán se produce dos semanas después de que Pashinián y Alíev acordaran en Bruselas intensificar el trabajo para avanzar hacia un tratado de paz. Pashinián aseguró hoy en el Parlamento que «quedó claro» que Bakú no quiere discutir las propuestas armenias sobre las negociaciones de paz.
EEUU fue el primer país en llamar a un cese inmediato de todas las hostilidades entre los dos países, seguido de Georgia y Ucrania. Irán, que limita con Armenia y Azerbaiyán, avisó que no aceptará cambios de las fronteras. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, instó a un alto el fuego completo y sostenible, mientras que el alto representante de la Unión Europea (UE) para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, pidió al enviado especial para el Cáucaso Sur y la crisis en Georgia, Toivo Klaar, que viaje «inmediatamente» a Armenia y Azerbaiyán para tratar de rebajar las tensiones. El representante especial de la OTAN para el Cáucaso Sur y Asia Central, el español Javier Colomina, instó también al cese de hostilidades y a una urgente desescalada.
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