Sin embargo, el partido de Letta no consiguió pasar de la que llaman «línea de flotación» del 20 % y se hundió, sin poder mejorar de mucho el 18,7 % de las pasadas elecciones, unos resultados que ya fueron considerados los peores de la historia del centroizquierda. En cierto sentido, esta vez la derrota ha sido incluso peor que en 2018, pues debido a la ley electoral obtendrá cerca unos 120 diputados y senadores, nunca tan pocos, y no sólo por el recorte en el número de parlamentarios.
«Volví el pasado 14 de marzo para mantener al PD unido y salvarlo de la desintegración, y para preparar una próxima legislatura en la que ganarán los valores progresistas. El primer resultado se ha conseguido, el PD es la primera fuerza de la oposición y trabajará para construir en perspectiva lo que no ha sido posible esta vez: los números muestran que la única manera era con un frente amplio, lo intentamos pero no fue posible», dijo Letta en una rueda de prensa para analizar las resultados. «Evidentemente, no logré el segundo objetivo», por lo que mostró «un profundo y personal arrepentimiento».
Y entonces anunció que en los próximos días se acelerarán los trámites para el congreso previsto para marzo. Letta explicó que le pesa «personalmente» que el resultado de estas elecciones sea el Gobierno más a la derecha de la historia de su país, aunque aseguró que esto «es un estímulo» para su partido y que «esto no cambia una Italia que tiene que estar en el corazón de Europa». La coalición de la derecha, formada por Hermanos de Italia (FdI), Liga y Forza Italia (FI), se impuso en las elecciones generales con el 44,1 % de los votos, mientras que el ultraderechista FdI de Giorgia Meloni es el partido más votado del país con el 26,2 %, por lo que será ella la encargada de formar el Gobierno. El congreso será «una profunda reflexión sobre lo que es y lo que quiere ser el Partido Demócrata», adelantó Letta.
«Con espíritu de servicio, garantizaré el liderazgo del PD de cara a este congreso, en el que no me presentaré como candidato, creo que corresponde a las nuevas generaciones construir el Partido Demócrata del futuro», agregó, antes de considerarlo «un gesto de amor» hacia su formación. Desde hace días ya se hablaba que en caso de malos resultados se pondría en discusión el liderazgo de Letta y él adelantó los tiempos. Para su sucesión, el candidato que más fuerte suena es el presidente de Emilia-Romaña, Stefano Bonaccini, pero también se habla de una posible candidatura de su adjunta, Elly Schlein, que se ha convertido en uno de los iconos de la izquierda y de los derechos LGTBQ+, así como el actual ministro de Trabajo, Andrea Orlando, o el subsecretario Peppe Provenzano. Letta había vuelto al PD después de «la gran traición».
En las elecciones del 24 de febrero de 2013, ganó el PD, que no pudo gobernar al no tener la mayoría. Ante el estancamiento, el presidente de la República, Giorgio Napolitano, le dio a Letta la tarea de formar un ejecutivo de amplios acuerdos, que incluía al Partido Demócrata, el Pueblo de la Libertad, la Unión de Centro y Elección Cívica. Su Gobierno duró menos de un año, cuando Matteo Renzi, que acababa de convertirse en secretario del PD, comenzó una campaña contra el primer ministro, al que la dirección le retiró su confianza el 13 de enero de 2014, decretando «la necesidad y urgencia de abrir una nueva etapa, con un nuevo ejecutivo». Letta renunció antes de elegir el «exilio» de París.
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Que se vaya y que cunda el ejemplo.