Salvini tomó las riendas de la Liga Norte en diciembre de 2013, cuando era un partido minoritario que perseguía la independencia de la Italia norteña liderado por el histriónico Umberto Bossi, pero consiguió catapultarlo renunciando a esa ambición y convirtiéndolo en una formación ultranacionalista, extendiéndola por todo el país. El político disfrutó en la última década de un liderazgo sin obstáculos gracias al crecimiento de la Liga, que llegó a gobernar con el Movimiento 5 Estrellas entre 2018 y 2019, pero ahora que ha constatado su declive han empezado a emerger voces críticas. Una de ellas, quizá la más importante, es la de Bossi, el siempre polémico fundador de la Liga regionalista y que, en un gesto de provocación, en 1995 llegó a proclamar la secesión del norte metido en las aguas del río Po, la frontera de su país «imaginario». Bossi, de 81 años y con notables problemas de salud, acaba de fundar el denominado «Comité por el Norte», una facción dentro de la Liga que promete ser crítica con la estrategia nacional de Salvini y dar la batalla en el próximo congreso del partido.
En cualquier caso, Salvini sigue concentrado en la cuota que copará en el próximo Gobierno, que deberá formarse después de que el 13 de octubre se constituya el nuevo Parlamento y de inicio a las negociaciones dirigidas por el jefe del Estado, Sergio Mattarella. Salvo sorpresas, el encargo de formar el Ejecutivo recaerá en Meloni, que con un 26 % de los votos fue la ganadora de los comicios y podría ser la primera mujer en presidir un gobierno en la historia de Italia. Salvini, Meloni y Berlusconi comparten coalición por lo que tendrán que repartirse las carteras del próximo gabinete y el primero aseguró hoy que ya tiene «mujeres y hombres de valor que pueden ejercer cargos de gran responsabilidad».
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