Vladimir Putin | Alexander Kazakov

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La visita este martes a Corea del Norte del presidente ruso, Vladímir Putin, supone su primer viaje al hermético país asiático en casi 25 años y certifica el fuerte acercamiento bilateral, una relación que sin embargo está muy marcada por el secretismo, comenzando por los intercambios militares acordados en 2023. Estas son algunas claves en torno a una visita que ni Moscú ni el régimen de Kim Jong-un han querido confirmar hasta última hora y que plantea aún varios interrogantes.

Este viaje corona un periodo en el que el acercamiento bilateral ha sido tremendamente intenso, especialmente desde que Putin y Kim celebraron en septiembre una cumbre en Rusia en la que se acordó cooperar militarmente sin que los detalles concretos de ese pacto se dieran a conocer.

Se sabe que Pionyang ha transferido desde entonces un nivel récord de contenedores a Rusia, y que por tamaño y ruta logística (el contenido de los mismos ha terminado en zonas cercanas al frente en Ucrania), se trate probablemente de armamento, en concreto artillería de 152 o 122 milímetros o misiles balísticos, según fragmentos identificados sobre el terreno en zonas atacadas por Moscú.

A su vez, el Ministerio de Unificación surcoreano ha indicado que en esta primera mitad de 2024 ha habido 18 intercambios directos entre funcionarios de ambos países, el mismo número que en todo 2019, justo antes de que Pionyang decidiera aislarse completamente del mundo durante tres años para evitar la entrada del coronavirus.

Nuevo circuito comercial para burlar sanciones

Apenas horas antes de aterrizar el propio Putin adelantaba en un editorial en el diario norcoreano Rodong que Moscú y Pionyang van a establecer «un sistema comercial y de pagos recíprocos que no esté controlado por Occidente».

Este mecanismo, del que por el momento no hay más detalles, busca circunvalar la red de sanciones con las que, según el Kremlin, Washington y sus aliados buscan presionar a todos aquellos que ansían un «orden mundial multipolar» que amenaza la hegemonía estadounidense en el mundo.

A su vez, el Kremlin ha afirmado que la visita puede desembocar en la firma de un nuevo tratado básico de relaciones bilaterales que sustituya a los firmados en 1961, 2000 y 2021 y forje una «alianza estratégica exhaustiva».

Cooperación armamentística

Muchos analistas consideran que la visita de Putin puede servir para profundizar la cooperación militar, algo que puede afectar al panorama de seguridad en Ucrania y la península coreana.

Mientras existen dudas sobre cuál es la verdadera capacidad industrial de un país empobrecido como Corea del Norte para seguir suministrado armas a Rusia, algunos temen que Moscú transfiera tecnología crítica a Pionyang capaz de empeorar aún más la tensa situación en el noreste de Asia.

«No sé qué es lo que los norcoreanos puedan sacar de esto. ¿Pero qué me preocupa? Me preocupo en primer lugar por las armas nucleares», afirmó a finales de mayo en el Foro de la Paz de Jeju Robert Gallucci, que lideró las negociaciones para EE.UU. en los 90 para que Corea del Norte no abandonara el Tratado de No Proliferación (TNP).

«Los rusos podrían darles información sobre la relación entre ciertos diseños (de bombas atómicas) y ciertos rendimientos explosivos», aventuró, subrayando que todo lo que Moscú decida transferir en términos de tecnología es fundamental «para reducir el número de test que los norcoreanos necesitan realizar».

Por otra parte, algunas voces plantean dudas sobre la voluntad rusa de transferir armamento de peso, como el ministro surcoreano de Defensa, Shin Won-sik, que en una entrevista reciente indicó que Moscú solo apostaría por ello «como último recurso» para «no perder su influencia sobre Pionyang».

«No creo que Corea del Norte tenga mucho que ofrecer a Rusia como para convencerla de echar mano de su último recurso», añadió.

Alfombra roja

Se espera que Kim brinde a Putin un recibimiento por todo lo alto durante su visita, lo que puede incluir un gran desfile militar en Pionyang, puesto que imágenes captadas por satélite muestran el montaje de estructuras temporales en la céntrica plaza Kim Il-sung, epicentro de todos los grandes desfiles en la capital norcoreana.

Se da por hecho que Kim recibirá a Putin en el aeropuerto de Sunan y que, con la capota quitada, ambos saluden a la multitud de camino al alojamiento del presidente ruso, algo que se ha hecho cuando los presidentes de China y Cuba, Xi Jinping y Miguel Díaz-Canel, o el surcoreano Moon Jae-in, han visitado a Kim Jong-un.

También se prevé que Putin se aloje en el lujoso Palacio de Invitados de Kumsusan, construido en 2019 y empleado para alojar a Xi cuando visitó Corea del Norte aquel año.