«Hay que descartar sin ambajes el derecho al error que manifiestan algunos» acusados, dijo Babonneau, en referencia a que durante el proceso celebrado en el Tribunal de lo Criminal de Aviñón (sureste de Francia) alegaron excusas como «desconocimiento» de cometer una violación o «sometimiento» ante Dominique Pelicot, el exmarido de Gisèle, que urdió las violaciones entre 2011 y 2020.
Dominique Pelicot explicó finalmente este martes el motivo por el que drogó a su mujer para violarla y ofrecerla a numerosos hombres durante diez años, que fue «someterla» pero «sin hacerla sufrir». Durante una nueva declaración ante el Tribunal de Aviñón que le juzga a él y a otros 50 hombres, Pelicot reconoció que «someter a una mujer insumisa era mi fantasma», pero a la vez «sin hacerla sufrir».
La jornada fue de mucha intensidad por las declaraciones de los dos grandes protagonistas del juicio, el principal acusado, Dominique Pelicot, y la víctima, su exesposa Gisèle, las últimas antes de que comiencen las conclusiones de acusaciones y defensas. Mientras él contaba por fin en público su «móvil», Gisèle Pelicot volvió a mostrar su entereza, al afirmar desde el banco de testigos que el apellido de su exmarido, al que no ha renunciado, será recordado por sus nietos y por todo el mundo, por ella, y no por él.
«Tengo nietos que se apellidan Pelicot y no quiero que sientan vergüenza por su apellido, sino que sientan orgullo de su abuela. Nos acordaremos de la señora Pelicot, mucho menos del señor Pelicot. Ya no habrá vergüenza de apellidarse así», afirmó sobre por qué no ha renunciado al apellido del hombre del que se divorció. En la que fue su última declaración, Gisèle Pelicot se mantuvo firme en su lógica de que quiso que este proceso, que está dando la vuelta al mundo, tuviera las puertas abiertas para que «la vergüenza cambiara de bando».
La mujer, de 72 años, se dirigió directamente hacia el medio centenar de hombres que pueblan la zona de los acusados y dijo que este proceso es «el juicio de la cobardía», ya que la violaron mientras ella estaba inconsciente. «Siento rabia hacia estos hombres porque en ningún momento pararon, en ningún momento denunciaron. Vinieron a satisfacer sus pulsiones sexuales. Podían parar en todo momento y ni uno solo denunció», afirmó.
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