Barnier, el veterano político que fue negociador de la Unión Europea para el Brexit, será el primer ministro que menos tiempo haya ocupado el cargo en la historia moderna de Francia. Ningún Gobierno francés había perdido una moción de confianza desde el de Georges Pompidou en 1962. La extrema izquierda y la extrema derecha castigaron a Barnier por hacer aprobar sin votación un presupuesto impopular en un Parlamento indeciso.
El proyecto de presupuesto preveía un ahorro de 60.000 millones de euros (63.070 millones de dólares) para reducir el déficit. La dimisión de Barnier pondrá fin a semanas de tensiones en torno al presupuesto, que la ultraderechista Agrupación Nacional de Marine Le Pen consideró demasiado duro para los trabajadores. También debilita aún más la posición del presidente Emmanuel Macron, que precipitó la crisis actual con la desafortunada decisión de convocar unas elecciones anticipadas antes de los Juegos Olímpicos de París. Macron se enfrenta a crecientes peticiones de dimisión, pero tiene mandato hasta 2027 y no puede ser expulsado de su cargo.
Aun así, la larga debacle política ha disminuido su figura. Francia corre ahora el riesgo de acabar el año sin un Gobierno estable ni un presupuesto para 2025, aunque la Constitución permite medidas especiales que evitarían un cierre del Gobierno al estilo estadounidense. La agitación política francesa debilitará aún más a una Unión Europea que ya se tambalea tras la implosión del Gobierno de coalición alemán y semanas antes de que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, regrese a la Casa Blanca.
Trump tiene previsto visitar París el sábado para la inauguración de la renovada catedral de Notre Dame, y Macron quiere nombrar un primer ministro antes de esa fecha, según informó Reuters el miércoles. Francia se enfrenta ahora a un periodo de profunda incertidumbre política que ya está inquietando a los inversores en bonos soberanos y bolsas francesas. A principios de esta semana, los costes de endeudamiento de Francia superaron brevemente a los de Grecia, generalmente considerados mucho más arriesgados. Cualquier nuevo primer ministro se enfrentaría a los mismos retos que Barnier para conseguir que los proyectos de ley, incluido el presupuesto de 2025, sean aprobados por un parlamento dividido. No puede haber nuevas elecciones parlamentarias antes de julio.
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