Jaume Matas, actual president del Govern de Balears, fue
oficialmente nominado como candidato a renovar dicho cargo. El acto
tuvo más de espectáculo que de debate político por dos razones
básicas. La primera, porque la decisión ya estaba tomada desde hace
mucho tiempo. Y la segunda, porque, en estos momentos, en el PP no
hay otro candidato con ciertas garantías. Especialmente desde que,
en una decisión inusual, se resolviera la crisis provocada por la
salida de Cañellas con una dirección bicéfala: Verger presidiendo
el partido y Matas el Govern.
Fue Cañellas quien en 1996, desde su poder aún fuera de la
presidencia, tramó la salida de su sucesor, Cristòfol Soler, para
poner en su lugar al entonces joven conseller Jaume Matas. Cañellas
creía que así lo dejaba todo atado y bien atado, pero Matas ha
jugado sus cartas con habilidad y, en estos momentos, él es quien
manda en el Govern y en el partido porque tiene la llave para ello:
los Presupuestos de Balears.
Cañellas ni siquiera aparece en la foto de proclamación de
candidatos y ni en el PP ni en el Govern existe el peligro de
involución. Ni siquiera los más fieles seguidores de Cañellas están
dispuestos a luchar por él. Así las cosas, Jaume Matas ha montado
una infraestructura propagandística que es una auténtica máquina
electoral. Ha barrido a Verger de cualquier posibilidad de
disputarle el liderazgo y se ha convertido en el hombre fuerte de
Balears.
Con otro estilo "Cañellas era un payés socarrón y Matas un
ejecutivo" el nuevo candidato es el líder de la derecha balear.
Especialmente teniendo en cuenta que la derecha balear no responde
a otro estímulo que el de tener el poder que le siga garantizando
el control de la economía. Y en esto, las cosas sigue como
siempre.
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