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El cierre de Viva Air interrumpirá las operaciones de vuelos chárters que realizaban ocho aviones, casi el 10% de la flota total del sector de empresas de aviación aérea chárter, circunstancia que preocupa al sector turístico de Balears con vistas a la próxima temporada alta. Algunos touroperadores, generalmente aquéllos que centran su actividad en el segmento bajo-medio de la oferta, temen que la desaparición de Viva se traduzca en una alteración de la relación oferta-demanda, y que ello «favorezca a los mayoristas más poderosos», según indicó un portavoz del sector. Los ocho aviones de Viva que dejarán de operar a partir del próximo mes de abril, tras el cierre decretado por Iberia, suponen una merma de más de mil asientos. «Es muy factible que falten plazas para hacer frente a la demanda este próximo verano, ya que desconocemos cuáles son los planes de Iberia al respecto», dijo el presidente de AECA, Felipe Navío. «Contamos con unos 100 aviones aportados por Spanair, Air Europa, Airworld, Futura, Mare Nostrum, LTE, de forma mayoritaria, y es indudable que si a esa cantidad le restamos los ocho aparatos de Viva, la actividad se resentirá», añadió.

Cierre polémico de la filial de Iberia
La historia de Viva Air desde su constitución en 1988 ha estado marcada por su gestión bajo la sombra de Iberia y los recelos de los pilotos de la compañía de bandera respecto a la competencia que podía generar. En la actualidad, Iberia negocia con los trabajadores un expediente de regulación de empleo. Viva fue constituida en febrero de 1988 como compañía chárter, con un capital social de 1.750 millones de pesetas, repartidos entre Iberia (48%), Lufthansa (48%), un 2% la empresa del INI Cofivacasa y un 2% Paukner. En agosto de 1990, la Dirección General de Aviación Civil autorizó a las compañías chárter a realizar vuelos regulares a destinos comunitarios y Viva fue de las primeras en solicitarlo. Viva fue moneda de cambio en las negociaciones de Iberia con el SEPLA a finales de 1994 cuando la compañía de bandera negociaba un plan industrial para poner fin a una situación de pérdidas en torno a los 40.000 millones de pesetas en ese ejercicio.