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La cuestión está en el aire. ¿Qué pretendemos que sea sa Rua? ¿Un desfile de Carnaval o Rua tal cual?
Porque sa Rua, la nuestra, la que cada año desde el segundo año que regresó tras cuarenta de ostracismo, va a caballo entre lo uno y la otra. Camina indefinida, sin un sentido concreto, pues sin ser desfile al estilo, por ejemplo, de los Carnavales de Tenerife o de Cádiz, lo es más que Rua.

Nuestra Rua, tal cual vemos ahora, es como una procesión pagana, sin curas, ni obispos, ni santos, pero con disfraces, carrozas y comparsas que caminan entre un público que se limita a contemplar y nunca a participar.

Lo peor que le puede suceder a sa Rua, dijo Toni Rotger, que fue uno de los que la resucitó hace 20 años, es que alguien ponga un número a los disfraces y los haga pasar por delante de un jurado. Ahí se acabó sa Rua, porque se da paso al concurso.

Al margen de la discusión, la mayoría de los ganadores apoyan la celebración de la Rua tal y como está concebida, excepto Rafael Vidal, miembro de la carroza «Mallorca s'Escalfa», que obtuvo el segundo premio. «Creo que la gente está muy agolpada. La Rua se podía hacer más larga y el público podría ser un poco más participativo. Además, el Ajuntament y la Asociación de Hoteleros de la Platja de Palma podrían ser más generosos en cuanto a la cuantía de los premios. En muchos casos no consigues siquiera cubrir los gastos», afirma.

Para Inmaculada Villecas, participante en la comparsa «Regata en la Bahía» (ganadora del primer premio) «el recorrido de sa Rua es un poco complicado "por ser de doble sentido" , aunque creo que el desfile está bien concebido».