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La delegada del Gobierno ordenó un contundente dispositivo policial para garantizar el orden público, la seguridad y la tranquilidad en la zona de Manacor a raíz de la detención del presunto asesino de Andrea Heredia, un traficante de drogas llamado José García Coronado, muy conocido entre los vecinos de la zona, las fuerzas de seguridad que lo han detenido en numerosas ocasiones y los Juzgados de los que ha salido en libertad.

Lo peor del caso es que García Coronado no es un delincuente habitual que actúa en solitario como un personaje extraño a la sociedad que le cobija, sino formando parte de la red o redes de venta de drogas que se han instalado en Manacor de forma impune. Todo el mundo, incluidas las fuerzas de seguridad y los jueces, saben quién vende la droga en pequeña dosis, dónde se hace y quiénes son los integrantes de diversos clanes que liman sus diferencias a tiros.

Cierto es que ha habido detenciones y no menos cierto es que el presunto asesino demostró una habilidad en el manejo de las armas porque asestó dos disparos sobre la pobre víctima que murió de ellos. Pero este hombre acumula seis detenciones en la zona por venta de drogas, robos con fuerza y violencia. ¿Qué hacía libremente en la calle? Ya se ha visto, así que mejor sería preguntarse por qué estaba libre y en posesión de armas.

Y también cuestionarse si es imposible desmontar estos clanes que han convertido Manacor y su comarca en una sede de traficantes de drogas que tienen evidentes signos externos de su actividad ilegal y delictiva. Desde casas suntuosas hasta coches carísimos que una mínima investigación demostraría que es imposible que adquieran con los ingresos económicos lícitos "si los tienen" que puedan demostrar. Una buena operación de limpieza es absolutamente exigible.