El ibicenco Damián Rumbo Díaz, interno en el penal de Caxias
(Lisboa), ha cumplido la palabra que le dio al senador Manuel Jaén
Palacios cuando le visitó "le visitamos, pero a servidor no le
dejaron entrar en el recinto", escribiéndole una carta, contándole
por qué y desde cuándo está allí, una carta escrita a mano y que
comienza con un How are you? Queridos paisanos!!!. Damián cuenta
que un día un tipo que no conocía se presentó en su casa, cuya
puerta «está siempre abierta a todo el mundo», y que «después de
dos semanas de habituarse a venir por casa me propuso ir a por
cocaína», cosa a la que en principio no le respondió que no.
Pero, pasados unos días y habiendo decidido que no le interesaba
pasar droga, el tipo volvió a su casa «diciéndome que me preparara
para viajar por la tarde, pues me iba a sacar los billetes». Yo me
negué, pero él insistió, diciéndome que ya estaba todo decidido,
«que se habían gastado mucho dinero y que, si no aceptaba, esta
gente me podría hacer algo». Total, que ante tal panorama Damián se
fue con aquel tipo al aeropuerto de Eivissa, donde le entregó un
billete para Isla Margarita vía Barcelona-Londres-Caracas, y le dio
unas instrucciones: «Espera en el hotel a que vengan a verte». En
Margarita esperó durante muchos días sin que aquellos tipos se
pusieran en contacto con él, por lo que, «como el dinero que me
habían dado se me estaba acabando», se planteó abandonar el hotel y
dormir en la playa. «En todo esto me puse en contacto con mis
amigos de Eivissa y les conté mi situación. Ellos me advirtieron
que no hiciera ninguna movida porque la policía de Eivissa me
buscaba como sospechoso de un atraco a un banco...». Imagínense la
situación de Damián: no quería hacer de correo de cocaína «y encima
me buscaban en Eivissa por un atraco que no había perpetrado». Sus
amigos le aconsejaron que se marchara a México o Estados Unidos,
pero los tipos que esperaba se presentaron en el hotel con los que,
dos días después, viajó a Caracas. Allí, en un hotel le entregaron
la maleta que llevaba camuflados tres kilos de coca. Tras cenar
fueron a un burdel, donde con unas chicas pasaron unas horas
«pribando birra, pero siempre vigilado, pues mi objetivo era
huir».
Tras pasar la noche con las chicas, tocándoles «tres a cada
uno», a la mañana siguiente compraron ropa «con la que llenaron la
maleta», cambiaron el billete y le dieron las instrucciones
pertinentes, «...cuando llegara a Lisboa tenía que llamarlos».
Pero no fue posible, ya que a poco de pisar el aeropuerto «me
agarró la poli, pues parece que yo iba como cabeza de turco ya que
fueron directos a por mí. Entonces, al estar la policía entretenida
conmigo, supuestamente otros pasaban la cocaína... ¡Me cogieron con
5 kilos y no con 3!». l Pedro Prieto
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